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domingo, 29 de octubre de 2023

LA CLASE SIN MAESTRO

Ya ha pasado media hora y aún no ha llegado el maestro; él nunca suele llegar tarde, y todas le esperamos con impaciencia y gran preocupación por si le hubiese pasado algo malo. Todas, menos María que sentada en uno de los bancos del patio, parece ausente, no habla con nadie, ni siquiera hace preguntas. El maestro la deja cada día que se quede allí sentada en el mismo pupitre, el que ocupó durante tantos años. Ella fue una excelente alumna, una de ellas las más aplicadas del grupo de escritura creativa. Es muy triste ver cómo ahora en clase utiliza pañuelos de papel en los que escribe infinidad de palabras y frases sin sentido. Hoy la clase la hemos impartido a pesar de la ausencia del maestro, no, no ha venido, pero ella no es consciente de ello… Maruja.J.Galeote.

SOLILOQUIO “EL ENCUENTRO”

Cada atardecer cuando sale la Luna y el Sol se oculta tras el horizonte, se reflejan sobre el mar, miles de puñales rojizos, morados, azulados… en mi ensueño solitario siento que estás aquí, y puedo sentir cómo se funden nuestros cuerpos, y nuestras almas en uno solo ser. Llega hasta mi la brisa, envuelta en olor a mar, si, siento cómo me envuelve este Océano inmenso y oscuro que me rodea, me atrapa, como esquilas punzante sin yo quererlo. Fantaseo que estas a mi lado, y así, puedo: olerte, tocarte, y oír tu voz como dulce melodía susurrando en mi oído. “No llores, viste tu mejor sonrisa, ponte ese vestido rojo que te regale, sal al mundo, busca la felicidad y no la dejes escapar.” Maruja. J .Galeote.

viernes, 26 de mayo de 2023

Y NO ESTABAS

Desperté en madrugada para mirarte, y no estabas. Toque' con mis manos las frías sábanas heladas , y no estabas. Camine' sin rumbo por la senda de la vida para encontrarte, y no estabas. Acaricie', abrase' y bese' tu fotografía, y no estabas. Abrí mi corazón maltrecho, y sí, ¡¡¡ Allí si estabas!!!

TARDE DE LLUVIA

Cuando inicie mi partida, no llores, no, escucharé tu llanto y no querré separarme de tu lado vida mía. Piensa en el tiempo que compartimos los dos, y en lo afortunados que fuimos.¡¡Cuanto amor nos regalamos ¡¡¡

viernes, 19 de mayo de 2023

UN ACTO DE COBARDIA

Cada día me miraba al espejo y me gustaba verme así: seductora, esbelta, resuelta. Me daba seguridad y poder. Impresionaba tanto a los hombres, que me admiraban y deseaban, como a las mujeres, que me envidiaban o me odiaban. Una de ellas era mi amiga Marta Gutiérrez (que no sabría decir si me admiraba u odiaba). Éramos amigas desde que estuvimos juntas primero en la guardería, luego en preescolar y más tarde, en el instituto; siempre estuvimos juntas, no hacíamos nada la una sin la otra, incluso nuestros padres eran íntimos amigos. —Me gustaría ser como tú —me decía a menudo desde su metro cincuenta de estatura, tras sus gafas de culo de vaso, su escasa melena y su cuerpo enclenque y mal formado. —Podrías ir al gimnasio de vez en cuando y hacerte algunos arreglitos. —Tú ya sabes que a mí el deporte y las clínicas de belleza me dan alergia — se excusaba con una mueca simulando una triste sonrisa. ¡Éramos tan diferentes en todo!: físicamente, en gustos, aficiones… A ella no le gustaba relacionarse mucho con la gente y cuando la llamaba para salir de fiesta siempre ponía una excusa para no ir; en cambio, yo siempre fui el centro de atención de cualquier reunión a la que asistíamos, “éramos como dos polos opuestos, la noche y el día… Ya hacía algunos años que no teníamos ningún contacto, desde que ella se fue a Sevilla a estudiar Arquitectura. Me había llamado por teléfono varias veces, pero no le había cogido la llamada; yo tenía otras amistades, otros grupos de amigos en los que ella no tenía cabida. Ese día me la encontré en Barcelona, junto a la parada del bus, por casualidad. Casi no la reconozco, ¡había cambiado muchísimo!, y después de una breve conversación quedamos para tomar una cerveza al día siguiente en la terraza de un bar del centro. Es cierto que no teníamos nada en común, pero también que nos queríamos mucho a pesar de todo, y pensé que teníamos muchas cosas que contarnos después de tanto tiempo sin saber la una de la otra. Era agradable volver a estar con ella, frente a frente, en aquel lugar, a esa hora de la tarde cuando el sol se oculta sin prisa entre las copas de los árboles. Hablamos durante bastante rato; una de las cosas que me dejó impresionada, entre otras muchas de las que me contó, fue que ya hacía un año que había terminado la carrera de arquitectura con unas notas magníficas, todas con notable, sobresaliente y algunas con matrícula de honor, y que la habían contratado en la misma Universidad en la que había estudiado, para impartir clases. La calle se encontraba desbordada por el gentío: madres con niños de la mano, parejas con bolsas de compra…, mientras yo la escuchaba absorta, a ella, que siempre fue tan poquita cosa. De pronto, los transeúntes empezaron a gritar y a correr despavoridos hacia nosotras. Una furgoneta blanca venía a toda velocidad por la avenida, subiéndose por las aceras, arrollando a todo el que se cruzaba en su camino. Casi a nuestra altura paró la maldita furgoneta y dos hombres vestidos de negro con gafas oscuras y un pasa- montañas se bajaron de ella con unos cuchillos de grandes dimensiones en las manos. Uno, el más alto, se abalanzó sobre una mujer que había caído al suelo y que intentaba levantarse con suma dificultad, dispuesto a matarla. Yo quedé paralizada, aterrada, no podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Mi amiga Marta no se lo pensó ni un segundo, se fue hacia él y, con la silla en la que estaba sentada, le propinó un fuerte golpe en la espalda, lo que originó que el atacante se derrumbara, cayendo al suelo desvanecido y desarmado. La intervención de Marta proporcionó tiempo suficiente a la mujer para levantarse, y a otras muchas personas a salir corriendo y huir de aquel maldito infierno. Marta, sin embargo, al encontrarse de espaldas no pudo ver al otro hombre que, sin compasión, se arrojó sobre ella y le clavó el cuchillo varias veces, dejándola inerte sobre el frío suelo. ¿Y qué hice yo mientras tanto? ¿Intenté ayudar a mi amiga? ¿Le planté cara al terrorista?… Jamás me perdonaré la reacción de cobardía que me invadió en esos momentos, que primero me paralizó por completo y luego me impulsó a salir huyendo, dejando a Marta malherida, rodeada por la multitud, sobre un gran charco de sangre. Me paré un instante para detener mi huida. ¿Qué me estaba pasando, qué estaba haciendo? Una voz interior que salía desde lo más profundo de mi corazón me decía que volviese de nuevo a socorrerla. No la podía dejar allí tirada como un animal malherido. Era mi amiga y yo la quería. Al llegar a su lado, pasé mi brazo por debajo de su cabeza para incorporarla; al ver que era yo, en sus labios se dibujó una débil sonrisa, mientras unas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Ella ya me había perdonado. Maruja J Galeote.
1º premio de relato.C.E.P.E.R. Mayo de 2023

lunes, 4 de abril de 2022

NOSTALGIA

Estoy sola en casa entre estas paredes cargadas de recuerdos. Me he cansado de leer, escribir y ver la tele, donde solo ponen malas noticias y cosas tristes que encogen el corazón y parten el alma. Ayer te vi pasar, mi niña, tras los cristales de la ventana me hubiese gustado llamarte a gritos, pero me contuve y no lo hice. Tus amiguitas reían pero tú estabas triste. Tú ya no eras la misma de años atrás, cariñosa y juguetona. Me hubiese gustado que entraras a verme, más no hiciste, que entraras si, para poder darte un fuerte abrazo y un beso que ensanchará mi alma, y así, estrujar mi corazón ya marchito. Pero no pasó, pasaste de largo sin ni siquiera mirar, sin volver la vista hacia donde yo me encontraba y, yo con lágrimas en los ojos te esperaba recordando los años de tu niñez, cuando tú me necesitabas, y yo, dejándolo todo, te cuidaba. Maruja. J. Galeote

EL BALNEARIO

- Quería que supieras lo bien que me lo he pasado en el balneario. Ana - No sabes cuánto me alegro. Yo el último año lo pasé genial, aún lo recuerdo y se me hace la boca agua, el enfermero que me designaron estaba como un tren, con aquella bata blanca, y la barbita tan bien cuidada. El chico no me dejaba ni un solo momento, no sabía que hacer para que mis días en el balneario fuesen lo más agradables posible, era un no parar: ahora a la piscina, a los chorros, a comer, a jugar al bingo y por la noche a bailar. El último día me dijo que tenía cita para ver al médico y darme el alta. - Y que pasó, pues eso es lo normal Ana. - Si, pero lo que no es habitual es que te diga que tienes que desnudarte por completo. - ¿Y tú qué hiciste, te desnudaste? - Pues sí lo hice, pero sólo de cintura para abajo, y, a continuación, lo más extraño y desconcertante fue cuando me dijo que me tendiese en la camilla, sacara la lengua y cerrará los ojos. Salí nueva de la consulta Juana, un milagro, no me lo podía creer todos los dolores producidos por la artrosis me habían desaparecido. ¡Es increíble! Lo que ha avanzado la medicina amiga.

viernes, 18 de junio de 2021

LOS ZAPATOS ROJOS

Nacho era un chico alto, delgado, elegante y bien cuidado que, a pesar de sus pocos años, ya peinaba algunas canas. Por su profesión de piloto en una línea comercial, llevaba una vida poco social, convirtiéndose así en un ser solitario e introvertido. Su día a día consistía en ir del aeropuerto al hotel, donde pasaba la mayor parte del tiempo, y siempre en ciudades distintas. Aquella noche llegó muy tarde al hotel y pasó por el bar antes de subir a la habitación. El monitor de la piscina se encontraba en el bar y sin rodeos le invitó a tomar una copa con él, lo cual aceptó de buen agrado. El chico tenía unos ojos verdes como la mar en calma, un cuerpo escultural y una linda sonrisa. Una copa trajo a la otra, y a otra más…; no podría decir cuántas bebieron ni de qué licor, pero fueron muchas. A la mañana siguiente no recordaba nada de lo que pasó la noche anterior, le dolía la cabeza y todo le daba vueltas. Intentó levantarse, y en uno de los intentos consiguió incorporarse. No podía creer lo que estaba viendo al lado de la cama: unos zapatos de charol rojo con altos tacones. ¿Qué había pasado aquella noche? Allí no había nadie. ¿De quién eran esos zapatos, y cómo habían llegado hasta allí?

viernes, 4 de junio de 2021

UN ATAQUE DE NERVIOS

El móvil sonó como un taladro en mitad de la noche. Era un mensaje de la Dirección del Periódico. “Tiene que cubrir una noticia, ha ocurrido un suceso en la calle Mayor; en diez minutos tiene que estar allí, en el lugar de los hechos. ¡No se retrase! Se tiró de la cama, se puso la gabardina, se calzó los zapatos, metió en el bolso la cartera de los apuntes y, como alma que sigue el diablo, salió a la calle. Aún no habían clareado las primeras luces del día y una lluvia fina y persistente cubría las calles. Al cruzar una de ellas, no se percató de la existencia de una alcantarilla y el tacón de su zapato de siete centímetros quedó prisionero en la raja, sin opción a indulto, por más que lo intentara una y otra vez. Sin saber qué hacer gritó desesperada, pero nadie acudió en su ayuda y los nervios se apoderaron de ella. ¡Le había dado un ataque de nervios! “Mi primer día de trabajo, no podré cubrir la noticia, me despedirán y nadie volverá a contratarme. ¡Soy un desastre!”

sábado, 29 de mayo de 2021

Carta de amor sin “E”

Admirada amiga: Marta, no imaginaba cómo yo podía añorar tanto no contar con tu amistad. Somos amigas, lo fuimos, magníficas amigas, no podíamos pasar la una sin la otra y, sin ningún motivo, nos distanciaron y, sin ningún motivo, rompimos tan bonita amistad. No consigo agrupar las palabras para trasmitir cómo ha cambiado mi actitud hacia ti, ya no soy la misma niña, todo ha cambiado, mi forma de actuar plantando cara a la vida, ya no soy una niña, soy una adulta, la cual ama a su amiga Marta con locura, con todo su corazón. Has sido amada como nunca por tu amiga. Añoro cada vez más pasar cada día contigo a solas,disfrutar días fantásticos las dos por la playa, playa tapizada de grandiosas palmas, aguas cristalinas y manto dorado. Y cuando salga la luna, caminar por la playa solitaria cogidas por la mano. Y así, sin ataduras, tú y yo, unidas por la pasión, vivir sin cuidado a las maliciosas habladurías. Tu amor para toda la vida, Cristina.

viernes, 7 de mayo de 2021

SARCASMO E IRONÍA

Cada día del año, Manolo iba al cementerio tanto en verano como en invierno.Siempre se sentaba en uno de los bancos de la entrada del Campo Santo. Uno de esos días pasó por su lado un amigo, y le dijo: —Manolo,¿estás ahí para que te pille más cerca? Manolo le contestó con cara de pocos amigos: —No creas, es para no perderme el espectáculo y poder verlo en primera fila cuando te traigan. —¡No esperaba menos de ti, Manolo! ( María J.Galeote, 2021)

MIS VIAJES CONTIGO

Se despiertan mis recuerdos y los pongo a trabajar, en este día en el que el tímido sol del mes de abril se abre paso entre las grises nubes. Me vienen a la mente esos sábados que te tocaba trabajar y me invitabas a irme contigo, porque sabías que se hacía cierto lo del estribillo del bolero: “Si tú me dices ven, lo dejo todo…”. Y lo dejaba todo y te acompañaba y me iba contigo de copiloto en el camión de CAMPSA a los pueblos de Granada y Almería a repartir cargas de gasoil o de gasolina. Eran otros tiempos en los que no había tantas normas ni prohibiciones. Ahora sería imposible poder vivir esas maravillosas experiencias que yo vivencié contigo: besos, risas, confidencias… Todo quedó allí para siempre, en la cabina de aquel enorme camión de catorce ruedas y siete metros o más de largo. También me vienen las reminiscencias de esos otros viajes, ya en tiempos de tu jubilación, cuando pasaste de árbitro federado de fútbol de tercera división a informador de los partidos. También cada domingo yo viajaba contigo en nuestro coche cuando tenías que hacer los informes de los partidos que se disputaban en los distintos pueblos de la provincia de Málaga: Benalmádena, Torremolinos, Torrox, Torre del Mar… Y mientras tú hacías tu trabajo en el campo de fútbol yo recorría cada pueblo palmo a palmo: plazas, iglesias, jardines, tiendas… Esos domingos y esos sábados, el solo hecho estar contigo era para los dos toda una fiesta; no hacían falta ni bebidas ni farolillos. Cani (como solía llamarte), tus recuerdos los guardaré para siempre en lo más profundo de mi corazón. Tú serás para siempre el amor de mi vida. (María J. Galeote, 2021)

viernes, 9 de abril de 2021

UNA PÁGINA DEL DICCIONARIO

ENFRENTADA, ENFADADA, ENFERMA, ENFURECIDA. Un día más enfrentadaa convivir con la soledad. Nada cambia. Me levanto temprano,cuando apenas entran las primeras luces del alba por las rendijas de la ventana, tomo el primer café para luego poder ir al baño y después me maquillo los pómulos y me pinto los labios, el rímel no lo uso, pues me paso la mayor parte del día llorando. Me quiero evadir de lo que está pasando en todo el mundo. Estoy muy enfadada: los políticos en los medios de comunicación solo hablan tonterías, nada está claro para los ciudadanos del mundo, y la gente cada día está más enfurecida y preocupada. Nunca estuve enferma, no sabía ni dónde estaba mi centro de salud, y con este confinamiento todo me ha empezado a doler: la espalda, la rodilla, la cabeza…El no poder hablar con nadie me está matando; esta maldita pandemia vivida en soledad me está llevando al borde de la locura: ¡Si hasta mi desolada vagina grita! ¿Existe un lugar en el que no esté este malditovirus?

Comparando y metaforizando...

En mitad de la noche el ruido del despertador es un taladro en mis oídos. La habitación está fría, desolada; siento cómo un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar el pasado, mi mente es un volcán de ideas tenebrosas que me atormentan desde aquella noche oscura y fría en la que se fue de mi lado, dejándome triste y desamparada. Y aún puedo sentir cómo la muerte se esconde tras las sombras esperando su revancha, aquí, en este lugar del mundo en el que me encuentro perdida en medio de la nada. Esta noche como tantas otras observo cómo las negras nubes, cargadas como panzas de burra, amenazan con rasgarse y caer; el fuerte viento, bestia enfurecida, se atreve sin piedad a sacudir los árboles y hace crujir los cristales de la desgajada ventana. Tengo que pelear contra esta depresión para no sentirme como una pobre niña desamparada e invisible, que espera impaciente una caricia, una palabra de aliento…

viernes, 19 de marzo de 2021

MI TÍA MANUELA

Manuela, mi tía, era una mujer luchadora como la mayoría de su generación. Provenía de una familia numerosa y era la tercera de ocho hermanos, apenas pudo ir al colegio y le hubiese gustado asistir, y mucho, pero tenía que ayudar a su madre en casa y a criar a sus hermanos más pequeños. Cuando solo tenía catorce años de edad comenzó a trabajar en el sector de la aceituna para poder ayudar al sustento de la familia ya que eran muy pobres, el único que aportaba un sueldo a la familia era su padre que trabajaba en el campo, el día que no llovía. Comenzó su trabajo rellenando aceitunas con pimientos, en una de las fábricas más importantes de Utrera, y con el tiempo la fueron pasando a diferentes puestos: como el escogido y el pesado de la aceituna. En la década de los sesenta, las calles de Utrera se convertían en un hervidero de mujeres, un escenario en el que cada mañana todo las mujeres y también algunos hombres salían de sus casas en dirección a las diferentes fábricas. Muchas de las fabricantes llevaban a sus hijos pequeños en brazos, para dejarlos en casa de sus madres o con sus suegras, mientras ellas cumplían largas jornadas de trabajo. La mayoría de ellas se levantaban todos los días a las cinco de la mañana. Muchos días, en plena campaña, se alargaban las jornadas de trabajo por el aumento de los pedidos. No llegaban a casa hasta las nueve o diez de la noche. En la fábrica la comodidad era nula total. En las enormes naves todo era exterior y el techo de uralita, donde el frío en invierno y el calor en verano se hacía insoportable. Todas las fabricantes llevaban lo que llamaban la ‘copita’: era una lata grande de caballa en aceite vacía en la que ponían carbón para hacer una pequeña estufa y poder calentase, la ponían debajo de las mesas, y debajo de la cinta por donde pasaban las aceitunas, donde dieciséis mujeres, todas de pie sin ni siquiera poder levantar la vista: unas más jóvenes y otras menos. Era muy duro, durísimo, pero no había otra cosa. O eso, o trabajar en el campo. Había que subsistir y tenían que buscarse la vida como fuese. En Utrera con el tiempo fueron serrando una a una las fábricas en las que trabajaban tantas mujeres como mi tía. Los utreranos nunca podrán olvidar que toda una generación de mujeres luchó con uñas y dientes para poder salir de la miseria y precariedad que se vivía en los años 60. Con gran esfuerzo y sacrificio lo consiguieron la mayoría de ellas. Lo sacrificaron todo para que sus hijos no pasarán por lo que ellas habían pasado y pudiesen tener una buena preparación y con ello una vida más fácil. ¡¡¡Las fabricantes!!! Esas grandes mujeres. Entre ellas mi tía Manuela.

CAMILA, UNA MUJER VALIENTE

Siempre quise escribir algo sobre su vida. Ella fue una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Motril por motivos laborales de mi marido, en el año 1974. Desgraciadamente, ya hace algunos años que no está entre nosotros. Quiero plasmar en este folio algunos de los muchos recuerdos que guardo de ella. Camila era una gran mujer, emprendedora, bondadosa, fuerte de carácter y con un corazón de oro. Recuerdo sus cazuelas de San Juan. ¡¡Eran únicas!! Nadie las hacía como ella, nunca me dijo la receta por más que le insistí, ese era de sus secretos mejor guardados. Dios no le concedió el don de tener un hijo cuando tanto lo deseaba, se casó muy mayor para poder ser madre. Nunca confesó su edad, no quería que nadie supiera que era mayor que su marido. Hacía ya algunos años que no se dedicaba a su profesión de modista, tuvo que dejarla debido a una dura enfermedad, la artrosis, la cual le fue deformando progresivamente sus manos hasta el punto de no poder seguir con el taller. Me contaba, orgullosa, que ella fue en Motril una de las mejores de su profesión y que había tenido en su taller aprendiendo el oficio de modista a más de veinte chicas.Fue muy duro tener que tomar esa decisión. En esos tiempos tenía gran clientela y había vestido a muchas mujeres de prestigio de este pueblo. Como era mujer de recursos no se achicó ante la adversidad. Montó un estudio de fotografía en el mismo lugar donde antes tenía el taller de costura. En aquella época no le resulto nada fácil dedicarse a ello, ya que en Motril no había muchos comercios para poder comprar los productos que necesitaba: productos químicos, papel fotográfico, carretes… Y lo poco que encontraba era escaso y muy caro. Tenía que desplazarse a Granada hasta dos y tres veces por semana, con frío, viento, calor, según la época del año. Los autobuses eran arcaicos y no circulaban a más de cincuenta kilómetros por hora, la carretera era estrecha y había más de trescientas curvas de Motril a Granada. Y llegó el día tan temido para ella, no tenía a nadie, su marido murió y se quedó sola.La enfermedad fue invadiendo su cansado cuerpo y también sus piernas, no podía caminar por sí sola y tenía que apoyarse sobre un bastón. Una madrugada en soledad se apagó la luz de sus ojos para siempre. Camila Palacios, una mujer fuerte, luchadora, emprendedora… Nada le daba miedo, ni el fracaso ni la adversidad. Su recuerdo permanecerá en el corazón de muchos. Yo nunca la olvidaré ya que para mí fue un regalo conocerla y contar con su cariño. (Maruja Jiménez Galeote, 2021)

UNA MUJER ESPECIAL

Hoy voy a valorar más el sentido de la vida en general, que no consiste en ser de derechas ni de izquierdas en el argot político, ni en ser rica ni pobre, solo en ser una mujer valiente, generosa, luchadora como tú, que a nada le tenías miedo y que siempre estuviste en las trincheras. Luchaste para defender los derechos de los mayores, contra el mal trato hacia las mujeres, por los indocumentados que llegaban en pateras, por la igualdad entre hombres y mujeres... En todas las manifestaciones allí estabas tú, amiga. Yo siempre te decía: “Tú tenías que dedicarte a la política y todo sería mucho más fácil para las personas más desfavorecidas de este país” Hoy, día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, este es mi reconocimiento para ti, amiga del alma. Siempre te llevaré en mi corazón, querida Mª Adela Muñoz.

LA MARIPOSA PROTECTORA

En una página del diccionario Mariposa, margarita, Marcela, marzo En el mes de marzo comienza la primavera y los dorados rayos del sol alegran el parque vestido de verde. Una mariposa acaba de despojarse de su envoltorio y deambula por el parque de flor en flor exhibiendo sus bellos colores con suma coquetería. Con sus ojillos y antenas descubre a una indefensa y solitaria margarita a la que el fuerte viento intenta abatir una y otra vez con insistencia. La mariposa se posa sobre ella y, con sus tres pares de patas, intenta protegerla con sus alas de terciopelo. Marcela, que pasea por el parque despreocupada, al ver la escena se acerca y con una fuerte palmada espanta a la protectora mariposa que, asustada, inicia el vuelo sin rumbo a ninguna parte. La joven Marcela, sin compasión y de un solo tirón, arranca la margarita y se la pone en el pelo. Triste, se deshoja, ya nadie la protege…y muere.

viernes, 5 de marzo de 2021

AGONÍA DEL ESPEJO

LA Cada noche la señora de la casa, antes de irse a la cama, se ponía frente a mí. Desde hacía muchos años, no sabría decir cuántos, estaba en aquella casa colgado de una de las paredes del dormitorio principal. En tantos años había visto muchas cosas que no podría ni me atrevería a contar por mero respeto y pudor. Yo intentaba no mirarla, pero me era imposible, mis fuertes reflejos se posaban en su bello cuerpo. Más tarde, cuando llegaba el marido al dormitorio, se metían en la cama y apagaban la luz y ya no podía ver nada, solo escuchar los acelerados e intermitentes suspiros y jadeos de ambos. Pasados algunos años más, ya no se escuchaba nada cuando apagaban la luz. Lo que sí escuché una noche fue como le decía la señora a su marido. “No quiero que ese espejo esté ahí por más tiempo, cada día lo detesto más, me veo más gorda y más vieja”. Al escuchar aquellas palabras de desprecio hacia mí, comprendí que mi larga estancia en aquella casa estaba llegando a su fin. Al día siguiente, con sumo cuidado, me descolgaron de aquella oxidada alcayata a la que había estado enganchado tanto tiempo y fui arrojado a la basura. Me rompí en mil pedazos y así terminó mi vida.

sábado, 20 de febrero de 2021

RELATO DE UN PEZ

Soy de color rojizo, con escamas, pequeños ojos azules y con dos aletas a cada lado de mi cuerpo. Nací en el Mediterráneo, en las aguas que bordean la costa de Málaga y Granada, y me siento muy feliz. Puedo ver aun siendo de noche, las profundidades de este inmenso mar. Cuando salgo a la superficie, a lo lejos, distingo las luces del puerto, los yates, los barcos pesqueros…, amarrados al muelle, esperando su salida al mar. Un día cuando el sol ocultaba sus dorados rayos tras el horizonte, un pescador lanzó su caña de pescar al mar; yo en esos momentos me encontraba cerca del peligro que me acechaba, jugueteando en las trasparentes aguas de la playa de Las Azucenas, cuando en un despiste desafortunado me enganché en el anzuelo. El pescador me sacó del agua y me dejó en la orilla, agonizando, pero aún con vida. A lo lejos se escuchaban los gritos desesperados de un niño que corría con su perro por la playa: “Papá no dejes que muera, es muy bonito. Por favor, quítale el anzuelo y devuélvelo al mar”. El padre le hizo el gusto a su hijo. PUUUFFFF, ¡menos mal!! Si no hubiese sido por la bondad de ese niño (y de su padre) mi vida se hubiera terminado para siempre en ese instante y ahora estaría en alguna cocina, dentro de una cazuela. Maruja. J. Galeote

viernes, 12 de febrero de 2021

¡¡SIEMPRE AMIGAS!!


Siempre seremos amigas, aunque nos intente separar la fuerte tormenta o el fuerte viento, seguiremos unidas por  la fuerza de las olas al chocar contra las rocas. Solo con mirarte adivino tu tristeza, dolor, alegría…
La palabra amistad es tan amplia, que yo sin dudarlo un solo instante te ofrecí la mía y casi al mismo tiempo tú me distes la tuya, y desde ese momento estás tú: En cada rincón de mis sentimientos, en cada pliegue de mi piel estás tu, con tu alegre risa y tu cantarina voz.
Si algún día te toca partir para siempre antes que yo, te recordaré en cada imagen: al contemplar el sol, una flor, o en una mariposa revoloteando de vivos colores.
¡¡Siempre seremos amigas!!

;AMAR SIN RAZÓN"

Él estaba allí, reclinado sobre una fascinante motocicleta, con su cabello negro engominado peinado hacia atrás, sus ojos verdes, la fina camisa de seda desprendida de sus pectorales hiperbólicos, deslumbrante, como un valiente gladiador en plena contienda. Sus labios entreabiertos, rojos e insinuantes llamaban a más, mucho más, como queriendo gritar su fuego interno, pero permanecían inmóviles, estáticos…
Ella lo veía a diario, cada mañana, él siempre estaba allí, en la misma postura, en el mismo lugar, arrogante, seductor, atractivo...Al principio solo lo contemplaba unos minutos para luego continuar su camino; pero, poco a poco se fue atreviendo a pronunciar alguna palabra en voz baja, casi imperceptible, como una plegaria.
—Hola amor mío. ¿Cómo estás?  ¡Qué guapo eres! “Hasta mañana” pues sabía que al día siguiente él permanecería allí.
Alguna vez hasta se animó a soñar con él. Lo encontraba en otro lugar y en otra circunstancia; entonces, se atrevía a acercarse a él, intentaría seducirlo y lo invitaría a soñar juntos tantas cosas… Imaginaba sus besos y  sus manos recorriendo su cuerpo desnudo. Pero pronto debía volver a su mundo, a su rutina diaria, debía seguir camino a su trabajo conformándose con verlo cada mañana en ese cartel publicitario de prendas de lencería masculina.
Creado por: Maruja


"EL RELATO DE UNA NIÑA"


Hola, me llamo Marina, soy una niña de once años y estoy en 6º de primaria. Os voy a contar una historia, una historia horrible y cruel, que ha marcado mi vida. Era una mañana de sábado como tantas otras, en la que mi madre no tuvo la necesidad de despertarme. Al entrar los rayos de luz por entre las rendijas de la persiana y posarse en mi cara me desperté. Bajé a la cocina donde se encontraba mi madre preparando un delicioso desayuno: dos tostadas con mantequilla y un vaso de leche. Después de desayunar me lavé los dientes, me duché y alisé cuidadosamente mi largo pelo rubio. A las doce en punto del mediodía mi madre me dijo:
—Tienes que ir a comprar el pan, para el almuerzo, dile a tu hermana que te acompañe y no os entretengáis.
Llamé a gritos a Marta pero no me contestó así que decidí ir sola, al fin y al cabo no estaba tan lejos.
La calle estaba desierta, en unos instantes había vuelto el invierno, el viento soplaba con fuerzas y llovía. Me encontraba cerca de la panadería cuando pude percibir que alguien me seguía de cerca, no me atrevía a girarme para mirar, pero lo hice. Un hombre de aspecto horrible y espeluznante se acercó por detrás, se encontraba tan cerca que podía escuchar su respiración agitada cerca de mi oído.
Su voz,  sonó aterradora e inquietante: — Hola guapa, ¿quieres una piruleta? Y fui tan incauta e irresponsable que dije: ¡¡¡Siiii!!! Me cogió por detrás con fuerza sin darme tiempo a reaccionar, con  una mano tapó la boca, y con otra  me cogió por debajo del pecho para que no pudiese escapar. De un empellón me metió en un coche negro de ventanas opacas y cerró la puerta con un fuerte portazo. Fue todo tan deprisa que  no tuve tiempo ni fuerzas para gritar… Continuara…

MI PRIMERA COMUNIÓN

Hice la primera comunión en el año 1950.Me cuesta mucho recordar, ya que ha pasado mucho tiempo desde aquel quince de mayo, cuando yo solo tenía nueve años, pero hay cosas en la vida que no se olvidan nunca. Recuerdo con gran tristeza ese día en que algunas de mis compañeras y amigas no pudieron hacer la primera comunión de blanco (como se decía entonces). Sus padres eran muy pobres,la mayoría de ellos trabajaba en el campo y no todos los días tenían trabajo; el día que llovía yno podían trabajar, no tenían ni para comer.En esa época de posguerra la vida en España era muy dura. Nosotros tuvimos mucha suerte, ya que mi padre trabajaba en Renfe y tenía un sueldo fijo y, aunque con algunas estrecheces, nunca nos faltó de nada. Mi traje de comunión me lo confeccionó una modista que solía venir a mi casa de vez en cuando. Le llamaban La Sorda, y no sé por qué, si oía perfectamente. Días antes de la fecha, mi madre llamó a una peluquera para que me hiciese la permanente, y no sé para qué, si yo siempre tuve el pelo rizado. En la víspera no pude conciliar el sueño, ¡estaba tan nerviosa! Como no había dormido, me levanté muy temprano; a las diez era la misa en la Iglesia de Santa María de la Mesa, en Utrera (Sevilla), la misma iglesia en la que me casé veinte años después de aquel día, con el amor de mi vida. Al llegar, todas mis compañeras ya estaban allí ocupando cada una su lugar. Entre ellas, en el primer banco, mi prima Ana Mari, que me había dejado un sitio a su lado. Al terminar la ceremonia nos llevaron al patio del colegio, donde todo estaba preparado para el desayuno: una largas mesas con manteles de papel blanco, unos platos con galletas y en el centro, presidiendo la mesa, una gran olla de aluminio llena de espeso chocolate caliente, que con gran cariño las maestras fueron sirviendo a las niñas. Una de las compañeras, sin querer, derramó su vaso con el chocolate y me manchó mi vestido: me puse a llorar amargamente, pero mi madre todo lo remediaba… Esa tarde estuvimos visitando a familiares, amigos y conocidos de mis padres. Era la costumbre. Al día siguiente teníamos que ir a Dos Hermanas en el tren para que nos viese parte de nuestra familia a mi prima y a mí. Más que para que nos viesen, la idea era que nos echaran dinero en la limosnera. Allí en su casa, nuestras tías prepararon una deliciosa comida para toda la familia y también para los vecinos más cercanos. Era costumbre en aquella época que los niños y niñas que habían recibido ese año la sagrada forma saliesen en la procesión del Corpus Cristi con los trajes de comunión. Ese día del Corpus mi hermana no dejó de llorar en todo el día, no había nada que pudiese calmarla, ella no podía comprender por qué no podía ir en la procesión conmigo si siempre estábamos juntas. A pesar de algunos contratiempos, fue maravillo aquel Día del Señor que nunca olvidaré. (Maruja. J. Galeote, 2021)

domingo, 7 de febrero de 2021

HAYKUS

Andalucía Tierra de hombres valientes Bellas mujeres. *** Sevilla llora No sale la Esperanza Semana Santa. *** El Guadalquivir. al ver sus aguas sonríe Desde Triana. *** Un gran orgullo Para los sevillanos Su catedral *** Luz y color La música en Sevilla Feria de Abril. *** Bella es Granada A los pies de la Alhambra Cristiana y mora.

CUENTO FANTÁSTICO

¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué hacia? ¿Qué dijo? ¿Qué dijo o hizo la gente? ¿Cómo acabó? Era una niña de unos siete años y estaba sola en el parque, sentada en un banco en mitad de la noche, esperaba a sus parientes para poder conocerlos pero no vinieron. “Me quedaré aquí hasta que se haga de día” y se quedó profundamente dormida. En su sueño se tocó los brazos y las piernas, su piel estaba cubierta por un pelo largo y suave y su cara no había cambiado, solo su cuerpo. La gente aterrorizada gritó al verla. Es un monstruo. Y corrió despavorida hasta la salida del parque. La niña no podía comprender lo que estaba pasando. Era todo tan extraño. Una peluda gatita se puso delante de la niña y le dijo: “has tomado mi identidad, tú eres una niña preciosa no eres una gata como yo. Vete a casa que tu mamá estará muy preocupada” La niña cogió a la gatita en sus brazos y se la llevó con ella a su casa.

viernes, 29 de enero de 2021

HAYKUS

Ya sopla el viento, Deshojando los árboles De la ribera. IX Tras negras nubes Se refugia asustado el astro sol. X Sale la Luna Ilumina las calles De noche fría. XI La calle sola, El viento ruge fuerte En tarde fría. XII Somos iguales, Distinto color de piel, Todos hermanos. XIII Pelo dorado, Preciosos ojos verdes, Largas pestañas. XIV Tarde templada Bella la mar en calma Y dos gaviotas. (Maruja Jiménez Galeote, enero 2021)

HAIKUS

I Color granate. Las mejillas rosadas. Tus labios rojos. II Querida madre. Incondicional amor: Ámala siempre. III El Sol se oculta Con sus rayos dorados Tras las montañas. IV Parir un hijo: Partir la vida en dos, Un gran milagro. V Inviernotriste Con árboles desnudos Y hojas caídas. VI Verde la vega. Ya no vienen arrieros. Pobre de caña.

SOLO TENGO MI SONRISA

Solo tengo mi sonrisa, esa que yo te regalo como aroma de una flor que yo aspiro cada vez en el jardín del amor. Solo tengo mi sonrisa, y tan solo una maleta donde guardar mis pesares; en ella guardo mis lágrimas y letras de mis canciones. Solo tengo mi sonrisa, y también besos de amor y besos de despedidas. En el viento, mi dolor en atardeceres fríos Solo tengo mi sonrisa, que Ilumina con su luz la vereda de mi vida, con rosas y con espinas. Solo tengo mi sonrisa, no quiero llorar por ti; si tu luz desaparece, quiero sentirme segura en los brazos de la noche. (Maruja Jiménez Galeote, enero

lunes, 25 de enero de 2021

CUENTO FANTÁSTICO

Solo era una niña de siete años a la que le tocó vivir esos años de una manera extraña. Nunca había visto la cara de ninguna persona sin mascarilla, para ella era algo habitual ya que incluso cuando nació su madre la tenía puesta. Veía sin ser cierto a todas las personas con mascarilla. Unos días antes de Noche Buena se encontraba sentada en un banco del parque, un señor con una bata blanca y con un libro en la mano se acercó a ella y se sentó a su lado, sin pronunciar una palabra abrió el libro y comenzó a leer. Él intentaba con la lectura de ese libro de psiquiatría ayudarla pero no disponía de mucho tiempo, tenía que visitar a un sinfín de pacientes en su consulta. No dejó ni un solo día de acudir a la cita y con aquellas lecturas continuadas consiguió que la niña en poco tiempo, volviese a la realidad. Ya nadie usaba mascarilla ni existían restricciones entre los pueblos. Este año podrían visitar a su familia, hacía años que no habían ido al pueblo. Sí, estas Navidades podrían visitar a sus abuelos y primos que vivían lejos de la ciudad. La noche anterior a la Noche Buena, en el silencio de la noche, escuchó a su madre decirle a su padre: “Estoy harta de cocinar y tendré que llevar la cena de Navidad al pueblo, tus hermanas y tu madre no llevarán nada de nada, solo la boca para comer, y esos sobrinos tuyos son como buitres hambrientos. Al día siguiente, apenada, le dijo a su madre: “No te preocupes por la cena mamá, yo solo quiero ir con uno vestido largo a visitar el Belén que han puesto en la iglesia del pueblo”. “Tú no estás bien hija, la gente se burlará de ti” La madre acabó llevándola a la terraza y la dejó pasear libre con su vestido largo de tul, decorado de estrellas plateadas. Un ángel del cielo bajo hasta la terraza y la rescató de aquella pesadilla.

sábado, 19 de diciembre de 2020

LAS TRES ROSA

En el jardín de los sueños. Claveles y margaritas. Donde el rosal era el dueño. En el rosal discutían, tres rosas por su color. Yo blanca como la nieve. Como la sangre soy yo Y yo amarilla limón. Sus rosas no se querían por no ser del mismo color. El rosal se puso triste. el dolor lo destruyó, Enfermo de sufrimiento ¡Al poco tiempo murió!

EN LA PLAZA HAY UNA NIÑA…

En la plaza hay una niña, niña con los ojos negros, negros como la noche, noche que yo la soñé. Soñé con tener su amor. Amor verdadero, niña, niña del vestido blanco, blanco el roce de tus labios, labios rojos de pasión, pasión que devora el alma, el alma de un soñador. (¡Negros tus ojos, mi Niña!)

viernes, 4 de diciembre de 2020

EL SOÑADOR. (cuento)

Se había dedicado a esa tarea, era su único fin: dormir y soñar. Se veía en un lugar inhóspito, alejado de toda presencia humana. A lo lejos no podía distinguir lo que surgió de entre la maleza, algo extraño que se acercaba hasta su sueño. Su físico era irreal e irreconocible, como si una nube de polvo oscuro cubriera su silueta, mas sin ser un ser vivo, su corazón latía descompasado. Intuía que no tenía alma, y se había apoderado de la suya. Había logrado traspasar el Universo y las Galaxias. Y así, se apoderó del sueño, para cambiar, poder manipular y apoderarse de su voluntad con el fin de que cometiese cosas espeluznantes, macabras… El poder de aquel extraño ser era tal, que no podía desobedecer los mandatos perversos que le hacía cometer.

jueves, 3 de diciembre de 2020

TRISTE NAVIDAD

Juan no dejaba de caminar: pasillo arriba, pasillo abajo. Algo no iba bien. Él conocía muy bien a su hija, sabía que era una chica responsable, así que un retraso así no era para estar tranquilo, ¡desde luego que no! “¿Dónde estará mi Juanita?”, se preguntaba una y otra vez. Hacía más de dos horas que había salido para ir al supermercado a comprar algunas cosas que faltaban para la cena de Navidad. Los hermanos y sobrinos de Juan habían venido desde Londres para pasar la Noche Buena en familia. Hacía más de cinco años que no se habían visto y todo estaba dispuesto para la gran noche. El comedor lucia espectacular: presidiendo la mesa, un centro de rosas rojas; guirnaldas de flores y hojas de acebo, por todo el comedor; los calcetines rojos, colgados de la chimenea. Todos habían colaborado para que no faltase de nada y fuese una noche muy especial. “¿Y si le ha pasado algo?”, exclamó Juan atormentado, con voz rota, rompiendo el silencio de los allí presentes. A ellos hacía largo rato que un mal presentimiento les rondaba por la cabeza. La abuela, sentada en la butaca de rejilla, dormitaba y, entre quejido y quejido, lanzó un profundo suspiro por respuesta que se convirtió en una expresión no verbal de un sentimiento compartido por todos. Sonó el timbre. Y todos, aliviados, corrieron hasta la puerta. Dos agentes uniformados les desearon buenas noches, solo por pura cortesía y educación. —¿Vive aquí Juanita Murillo? A Juan no le dio tiempo a reaccionar. El policía prosiguió: —Ha ocurrido un grave accidente en la A-30. Por desgracia no ha habido supervivientes.Todos quedaron paralizados por la trágica e inesperada noticia.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

ENCONTRÓ LA SOLUCIÓN

Nunca podré olvidar aquella noche del 24 de Diciembre. La noche estaba oscura y el viento de poniente soplaba con fuerza y la lluvia azotaba los cristales de las ventanas hasta hacerlos crujir. El día había sido muy largo y muy duro: el trabajo en el campo agachada y azotada por el viento me había dejado extenuada. Me sentía muy cansada, y no tuve tiempo ni fuerzas para quitarme las botas de agua que estaban húmedas por dentro y ponerme las zapatillas de casa. ¡Era tal el cansancio!. Como no tenía otra opción me fui hasta el final del pasillo donde se encuentra la cocina. El por suerte aún no había llegado a casa, a sí que tendría tiempo de prepararlo todo. Le molestaba mucho que no estuviese todo a punto, quería que la comida estuviese en la mesa con todo detalle. Con desgana “puso manos a la obra.” No quería que se enfadase y montase un pollo aunque siempre lo hacia, siempre tenía un motivo y si no se lo inventaba. No me lo podía creer me quedé atónita, el miedo se apoderó de mi. Se me había olvidado por completo, sacar el pollo del congelado antes de ir al trabajo.No le importaba lo más mínimo de cómo yo me encontraba, ni el mal días que había pasado, solo le importaba que todo estuviese perfecto. Observe desde puerta, como en un rincón de la cocina el perro comía con avidez y deleite el rico manjar... Había encontrado la solución al problema. No me lo pensó dos veces ni tampoco en las consecuencias que podía tener aquella decisión. “La comida estaría en la mesa con todo detalle como a él le gustaba”

domingo, 29 de noviembre de 2020

NAVIDAD SIN LUCES DE COLORES

Manuel observaba su gran salón y fijó la vista en la fotografía de su esposa, compañera, amiga... Lo había sido todo para él y ahora se sentía muy solo, a pesar de los muchos años que hacía que lo había dejado para siempre, aquella fría madrugada. En la Navidad era cuando más la echaba de menos. Añoraba cómo lo preparaba todo con esmero e ilusión. Esos días navideños cuando los niños pedían sus platos preferidos y ella complacía todos sus caprichos. Echaba de menos esas etapas de su vida. En la cocina, Manuel se preparaba su cena navideña: pescado cocido con una cebolla, una patata una zanahoria y una hoja de laurel. Lo dejaría todo preparado para poder estar más tiempo con sus hijos. Ahora...vendrían sus hijos después de comer, le darían un beso sin alma, un par de toques en la espalda diciendo: "Estás genial papá". Y en media hora su casa estaría vacía. Y no se equivocaba. Sus hijos llegaron apresurados y llenaron la casa de barullo, risas, y conversaciones olvidadas. Él observaba mientras todos hablaban entre ellos,.era invisible, parecía que nadie se percataba de que estaba allí. Nadie cenaría esa noche en su cas. Ellos tenían obligaciones y otros compromisos; ya era un estorbo, un pobre viejo que no servía para nada. Ya lo tenía asumido. Echaba de menos cuando era imprescindible, sobre todo, los días en que todos se sentaban a la mesa y daban gracias a Dios por poder celebrar todos juntos el gran día. Y no se equivocaba. Se quedó solo esa noche. La casa olía a pescado, a ausencias, a tristeza y a soledad; un silencio aterrador le rodeaba. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras observaba su pescado inerte sobre el agua, dentro de la cacerola. La casa se había quedado muda, inhóspita, triste, vacía… Igual que su alma. 
 (Maruja Jiménez Galeote. Noviembre 2020)

viernes, 20 de noviembre de 2020

UNA NOCHE

Una noche, podrías ponerme mi mejor traje. Podría lucir el mejor estilo de peinado. Podría comprarme unos zapatos muy elegantes y combinarlos con el bolso más bello y elegante que pudiese encontrar entre mis cosas. Una noche podría ir a un buen restaurante y luego a bailar hasta el amanecer. Quisiera poder hacerlo, engañar a todo el mundo, aparentando ser la persona más Feliz y Plena que existe en el mundo, pero solamente Dios sabe el vacío que siento en el interior de mi alma cuando cada noche me encierro en ese frío y solitario aposento donde nadie me ve. María Jiménez Galeote.

ABRIL

El Centro de Educación Permanente, como cada año, organizó el viaje fin de curso para el mes de abril. Este año sería una ruta por los Pueblos Blancos (Cádiz). Y llegó el día esperado. Cuando Adela subió al autobús todos los asientos se encontraban ocupados por las compañeras que habían llegado antes que ella. Resignada, se sentó en el único asiento que quedaba libre al final del pasillo. Cuando el arcaico autobús se puso en marcha, tuvo que hacer malabares para sortear los miles de baches que había en el camino. Sus compañeras, repanchingadas en sus asientos, no dejaban de piropear al conductor (el pobre hombre se estaba poniendo muy nervioso por las cosas que le decían…). La profesora, muy indignada por el mal comportamiento de las alumnas, se adueñó del micrófono y, con el tono más amable posible, dijo: “Cuando se viaja hay que ver y observar todo, no perderse ni un solo detalle, porque siempre recordaremos lo visto y lo vivido en el viaje”. Ninguna de ellas la escuchaba… ¡¡Pobre mujer!! Todas estaban hablando en voz alta. Las dos compañeras septuagenarias que iban sentadas delante de Adela mantenían una interesante conversación. Una a la otra le decía: ”Yo hace unos días hice el amor por primera vez con un joven que no conocía. ¡¡¡Sin precauciones!!! Adela apretó los labios con fuerza para evitar reír a carcajadas. Maruja Jiménez Galeote.

EL BOLIGRAFO

La escritora intentaba escribir una bonita historia de amor vivida por ella en el pasado y se quedó estupefacta cuando el bolígrafo se escapó de entre sus dedos y cobró vida propia. Y como por arte de magia se puso sobre el folio en blanco y empezó a escribir su propia historia: “Me inventaron hace ya mucho tiempo, después de la pluma, el tintero, la tiza, el pizarrín..., pero a mí todos me utilizan: niños y mayores. Niños que cuando se encuentran aburridos en clase y no quieren hacer las tareas me mordisquean y me obligan a pintar en las mesas del colegio. Más tarde llegaron mis parientes, las nuevas tecnologías, aparatos más avanzados e inteligentes: la máquina de escribitr, el ordenador, la tablet, el móvil…Todos esos aparatos escriben, pero a mí nunca me han dejado de utilizar por más que han inventado otros más modernos. Yo, sigo aquí. ¡Soy invencible e insustituible!...” La escritora no daba crédito a lo que le estaba pasando. “Ese bolígrafo es mágico, tiene vida propia”, pensó. Cuando despertó estaba confusa:¿sueño o realidad? María Jiménez Galeote.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

BRINDO POR ELLAS


Hoy día de las madres quiero brindar con todas ellas: las que sufrieron en silencio la enfermedad  de algún hijo sin desfallecer  en ningún  momento.  Las que por algún motivo tuvieron que mentir  para protegerlos.  Las que alguna vez han llorado por ellos en  la oscuridad para no ser vistas. Pero siempre orgullosas por haber sentido la satisfacción y el orgullo de ser madre y haberlos podido querer con toda el alma… ¡¡¡Brindo por ellas!!!

sábado, 7 de noviembre de 2020

TRISTE REALIDAD

Él, al verme allí sentada, no se sorprendió, se dirigió hasta donde me encontraba y en tono sarcástico me dijo: “Esta que ves aquí es la chica que te han dicho las malas lenguas del pueblo.Salgo con ella desde hace más de un año. ¡¡Y eso es lo que hay!!” Salí de allí corriendo, como alma que lleva el diablo; corrí sin rumbo ni destino hasta quedar extenuada y sin aliento. Me envuelve una brisa fresca con olor a sal y ante mí se extiende un gran manto de dorada arena fina como oro pulido. Bajo hasta la orilla despacio, contando las huellas de las pisadas en la arena. Observo confusa, abstraída, fuera de la realidad, la gran belleza que me rodea: los tonos azules en el horizonte que unen mar y cielo, gaviotas que revolotean en círculo en su busca por el sustento, una nube blanca que se desplaza lentamente…Tanta belleza me entristece. No puedo dejar de llorar, no tengo consuelo, me pregunto qué será ahora de mí, de mis ilusiones y sueños, sueños que nunca se harán realidad. Él, el mar, habla conmigo en mi silencio hasta que me quedo dormida. Las risas de los niños que juegan despiertan mi letargo. Cae la tarde con espadas de fuego incandescentes para parir la noche. A lo lejos, sobre las tranquilas aguas se divisan pequeñas luces como bailarinas de un mágico ballet danzando sobre las aguas.El eco de unos ladridos lejanos me vuelve a mi amarga realidad. (Maruja Jiménez galeote, noviembre 2020)

viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Qué quiero?

Quiero, bailar en el jardín de mis sueños con la persona amada, esa que me hace feliz solo con pensarla. Quiero, llorar de alegría cuando pueda estar a tu lado llenando mi alma con los sonidos de la vida. Quiero, ver y sentir caer la lluvia tras los cristales en una tarde de otoño, gélida y fría…

martes, 13 de octubre de 2020

SIN CONSUELO

19 DE MAYO de 2016 Cae implacable la madrugada sobre aquella habitación 730 de la séptima planta, cuando el frio agazapado de la muerte inunda la estancia. Sin noción de estar viva, me arrancaron de tu lado, si, ya te habías ido, si, en un instante como una estrella fugaz pasa ante mis ojos, sin un adiós, sin una palabra de aliento para poder seguir viviendo en este horrible destierro que habita y embarga mi alma, ese que tantas veces se esconde tras la máscara para poder seguir fingiendo que estoy bien y no me pasa nada. Pasan los días uno tras otro en soledad. No escucho el teléfono, ni el canto de los pájaros en el magnolio que hay cerca de casa, ni tu llave en la cerradura… me embarga la nostalgia, mientras voy amasando los bellos recuerdos que se agolpan dentro de mi alma vacía por tu ausencia.

EL CORONA VIRUS

: Me gustaría poder despertar de esta horrible pesadilla, que todo volviese a ser como antes de que nos invadiera esta maldita enfermedad. Poder cada día, sin miedo, practicar todas mis actividades: gimnasia, escritura, lectura, teatro…poder llamar cada mañana a mi querida amiga, para preguntarle cómo ha pasado la noche y quedar a una hora de la tarde para salir como hacíamos tantas tardes para dar una vuelta, entrar y salir de las tiendas, solo con la intención de pasar el tiempo. Ya nada volverá a ser como antes de esta pandemia. Las calles, las tiendas, los bancos de la plaza seguirán en el mismo lugar, en el mismo sitio, más ya nada volverá a ser como antes, antes de que nos invadiera esta maldita pandemia.

viernes, 2 de octubre de 2020

ALCANZAR LAS NUBES

La parra del patio apenas dejaba pasar los rojos y anaranjados rayos del sol entre las amarillentas hojas, mustias ya por el prolongado estío de la tarde, en los últimos días del mes de septiembre. Una lagartija paseaba perezosa por la pared recién encalada de un blanco azulado. Con gran maestría e insistencia, sacaba su fina y larga lengua intentando cazar algún despistado insecto que se pusiese a su alcance. En un extremo del patio se encontraba mi madre, serena y silenciosa, como era habitual, haciendo honor a su carácter tranquilo y relajado. Sentada en su silla baja de aneas, observé sus blancas y arrugadas manos. ¡Cómo se afanaban con destreza por terminar el traje que debía entregar al día siguiente, tal y como había prometido! Recordaba en aquellos años, siendo aún muy joven, cómo se levantaba, recogía su hermoso pelo en un gracioso moño que ataba en la nuca, y se ponía el delantal de rayas blancas y negras con suma destreza, el cual anudaba con un airoso lazo alrededor de su estrecha cintura. Todo lo hacía con mucho cuidado y sin hacer el más mínimo ruido, casi a oscuras, para no despertar a los niños, que a esa hora temprana aún dormían. La noche anterior dejaba preparado el carbón dentro de la lata de caballa y lo encendía por la mañana para poder aliviar el enorme frío que hacía en la fábrica de aceitunas. Todas las mujeres, alineadas a ambos lados de la enorme cinta por donde pasaban las aceitunas de color verdinegro, a un ritmo, que las manos se movían sin tregua, con la mirada fija en el sinfín de la cinta. Iban rápidas, como el viento que hacía mover la techumbre de fina uralita que cubría el enorme tejado de la desolada nave. Las aceitunas estaban muy, muy frías, y sus pequeñas manos se quedaban congeladas. Era casi imposible poder moverlas con pericia, lo cual era necesario para poder seguir el ritmo de trabajo que les obligaban a mantener. El camino que recorría para ir a la factoría era largo y escarpado como un puzzle, con el frío presente todo el día, ya que las gastadas y deterioradas ropas que envolvían su débil cuerpo, abrigaban muy poco. Siempre la recuerdo trabajando para que no nos faltase de nada. Ella nunca se había quejado de la vida que le tocó vivir al quedar viuda siendo aún tan joven. Yo, deseaba ser algo más en la vida para poder elegir mi propio destino. La observaba mientras mi mente se encontraba intentando ordenar mis pensamientos, que cada vez eran más confusos y llenos de un gran temor. No saber el porqué de aquél silencio, cuál sería el motivo,… Me preguntaba angustiada: “¿Será que no superé las pruebas en el examen?” ¡Me sentía morir! Un escalofrío recorrió mi cuerpo sólo al pensar que podía ser cierto. Pertenecer al ejército siempre fue mi mayor aspiración. No ansiaba otra cosa con más vehemencia que ser militar, como lo había sido mi padre antes de morir a tan temprana edad. El aldabón de la puerta de la calle, en forma de mano, golpeó con fuerza una y otra vez, con gran insistencia, como si pensasen que en la casa no se encontraba nadie. A lo lejos, la voz aguardentosa del cartero: — ¡Pilar Martínez, Pilar Martínez! Repetía mi nombre una y otra vez fuerte y claro. Mi madre levantó sus pequeños ojos azules por encima de sus diminutas gafas, muy sorprendidos e intuyendo el mutismo en el que yo me encontraba. Gritó: — ¡¿Es que no has oído que te están llamando, criatura?!— Se le notaba un poco alterada al ver que yo no hacía el más mínimo gesto por levantarme de la silla. Al terminar de oír su reclamo, como movida por un resorte, di un salto y corrí hacia la puerta. Él estaba allí, con su uniforme gris, sus grandes gafas de pera oscuras, y su cartera, por donde se podían ver las cartas de todos los colores y tamaños. ¡No me lo podía creer! Al entregarme la carta, la cogí entre mis temblorosas manos y la apreté fuertemente contra mi pecho, temiendo que pudiese desaparecer de un momento a otro. Observé el alargado sobre blanco en el cual aún se podía oler la tinta azul con la que se hallaba escrito mi nombre; en un extremo, el icono de las Fuerzas Armadas Españolas. La guardé en el bolsillo de mi bata para poder leerla en el silencio de mi habitación. *** Ministerio de Defensa Comandante: Leopoldo Ramírez Madrid, a 16 de septiembre de 1989 Señora Pilar Martínez: Me complace hacerle llegar esta notificación para comunicarle, con toda satisfacción, que el pasado día 11 de junio superó con la máxima puntuación las pruebas de acceso para poder ser admitida en las Fuerzas Armadas. No existiendo ninguna objeción por parte del Ministerio de Defensa por el hecho de ser mujer, deberá presentarse el día 23 de enero a las 8:30 horas. No se retrase en llegar; la estarán esperando. Su destino: Escuela Nacional de Aeronáutica de Salamanca Un saludo, Comandante Ramírez *** Al despertar por los continuados ladridos de Roqui, me sentí fuera de la realidad, perturbada…, Una inmensa felicidad inundaba todo mi ser. “El día más feliz de mi vida”, me decía a mí misma una y otra vez, pues no creía que pudiera ser cierto. Había conseguido poder alcanzar mi mayor deseo. La puerta se abrió y mi madre entró presurosa. — Pilar, Pilar, ¡levántate, que ya es la hora! Me tiré de la cama y empecé a vestirme a toda prisa: ¡no quería llegar tarde a tan ansiada cita! En mi cabeza, un pensamiento: “Yo, sí podré ¡ALCANZAR LAS NUBES!”

martes, 5 de mayo de 2020

CORRÍAN LOS AÑOS 1492.






En España, la vida era muy dura para las mujeres en aquella época, y aún más, para las que éramos jóvenes, y pobres como yo.


Un día, en la plaza del pueblo, escuché comentar a unos hombres muy bien vestidos y educados, que en breve, unas fragatas saldrían del pueblo, del puerto de Palos, con el fin de descubrir lo que había al otro lado del mundo, allí donde se pierde la vista tras el horizonte.


No me lo pensé. Al día siguiente, trece de Agosto, al amanecer era la salida. Me levanté aún de noche, me puse las ropas de mi hermano pequeño y me dirigí al puerto. Una vez allí, me colé en la bodega del barco, con mucho cuidado para no ser vista. Ya en alta mar, el barco empezó a moverse sin piedad, todo se desplazaba de un lado a otro. Lloré desesperada y grité invadida por el miedo.

Una luz iluminó la estancia y pude verlo. Era alto, moreno, ojos azules como el mar y espesa barba. Él estaba allí para calmar mi tristeza y desolación en la que me encontraba.

Pensé que al descubrirme se enojaría y me tiraría al mar. Pero no fue así. Se acercó a mí, comenzó a hablarme dulcemente, sus palabras sonaron como bella melodía en mis oídos.

No tengas miedo Bella dama nadie sabrá que estas aquí, cada día bajaré a visitarte para hacerme compañía, te traeré comida, agua y ropa limpia. Confía en mí. Yo esperaba cada día con suma impaciencia su llegada, mi corazón se aceleraba al sentir el chirrido de la puerta cuando venía a visitarme.

En aquel lugar insólito pude vivir los momentos más apasionados y maravillosos de toda mi vida. El amor verdadero, el que yo nunca había sentido por ningún otro hombre.

Después de muchos días de navegación, una fuerte voz se escuchó en cubierta.

¡¡Tierra a la vista!!

 

 


jueves, 23 de abril de 2020

LA HERENCIA



Querida hija, creciste antes de tiempo perdiendo la niñez y la juventud al tener que trabajar desde muy pequeña. Sé, aunque nunca lo dijiste, que siempre te gustó viajar y nunca pudiste realizar tu sueño. Mas nunca tuvimos dinero para gastar en viajes, la vida para nosotros no fue nada fácil. Por eso, con lo poco que pude ahorrar de la mísera pensión en estos años, le pedí a tu tío Pepe que comprara, un pasaje para un crucero por Italia, para ti y para tu marido, al que he querido como a un hijo. También, una entrada para una butaca de patio en el Teatro de la Comedia. Sé que aunque nunca lo dijo, siempre le gustó el teatro.
Que no se te olvide. Dale a mi nieta Miriam los pendientes que me regaló el abuelo cuando nos casamos, que a ella siempre le gustaron.
Te sorprenderá saber que no fuiste mi hija biológica. Ese fue mi secreto mejor guardado durante tantos años. No quiero que pienses que por eso te quise menos, siempre te quise más, que incluso a mi propia vida.

 



domingo, 29 de marzo de 2020

CONFINAMIENTO



Desde mi ventana veo
la mar con miles de estrellas,
y la vega en su esplendor,
verde que resalta el sol.
Con aroma a caña y miel.
Bendita tierra la muestra.
Le digo a mi corazón,
no estés triste, sonríe,
tienes suerte de tenerlas tan cerca.