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viernes, 18 de junio de 2021

LOS ZAPATOS ROJOS

Nacho era un chico alto, delgado, elegante y bien cuidado que, a pesar de sus pocos años, ya peinaba algunas canas. Por su profesión de piloto en una línea comercial, llevaba una vida poco social, convirtiéndose así en un ser solitario e introvertido. Su día a día consistía en ir del aeropuerto al hotel, donde pasaba la mayor parte del tiempo, y siempre en ciudades distintas. Aquella noche llegó muy tarde al hotel y pasó por el bar antes de subir a la habitación. El monitor de la piscina se encontraba en el bar y sin rodeos le invitó a tomar una copa con él, lo cual aceptó de buen agrado. El chico tenía unos ojos verdes como la mar en calma, un cuerpo escultural y una linda sonrisa. Una copa trajo a la otra, y a otra más…; no podría decir cuántas bebieron ni de qué licor, pero fueron muchas. A la mañana siguiente no recordaba nada de lo que pasó la noche anterior, le dolía la cabeza y todo le daba vueltas. Intentó levantarse, y en uno de los intentos consiguió incorporarse. No podía creer lo que estaba viendo al lado de la cama: unos zapatos de charol rojo con altos tacones. ¿Qué había pasado aquella noche? Allí no había nadie. ¿De quién eran esos zapatos, y cómo habían llegado hasta allí?

viernes, 4 de junio de 2021

UN ATAQUE DE NERVIOS

El móvil sonó como un taladro en mitad de la noche. Era un mensaje de la Dirección del Periódico. “Tiene que cubrir una noticia, ha ocurrido un suceso en la calle Mayor; en diez minutos tiene que estar allí, en el lugar de los hechos. ¡No se retrase! Se tiró de la cama, se puso la gabardina, se calzó los zapatos, metió en el bolso la cartera de los apuntes y, como alma que sigue el diablo, salió a la calle. Aún no habían clareado las primeras luces del día y una lluvia fina y persistente cubría las calles. Al cruzar una de ellas, no se percató de la existencia de una alcantarilla y el tacón de su zapato de siete centímetros quedó prisionero en la raja, sin opción a indulto, por más que lo intentara una y otra vez. Sin saber qué hacer gritó desesperada, pero nadie acudió en su ayuda y los nervios se apoderaron de ella. ¡Le había dado un ataque de nervios! “Mi primer día de trabajo, no podré cubrir la noticia, me despedirán y nadie volverá a contratarme. ¡Soy un desastre!”

sábado, 29 de mayo de 2021

Carta de amor sin “E”

Admirada amiga: Marta, no imaginaba cómo yo podía añorar tanto no contar con tu amistad. Somos amigas, lo fuimos, magníficas amigas, no podíamos pasar la una sin la otra y, sin ningún motivo, nos distanciaron y, sin ningún motivo, rompimos tan bonita amistad. No consigo agrupar las palabras para trasmitir cómo ha cambiado mi actitud hacia ti, ya no soy la misma niña, todo ha cambiado, mi forma de actuar plantando cara a la vida, ya no soy una niña, soy una adulta, la cual ama a su amiga Marta con locura, con todo su corazón. Has sido amada como nunca por tu amiga. Añoro cada vez más pasar cada día contigo a solas,disfrutar días fantásticos las dos por la playa, playa tapizada de grandiosas palmas, aguas cristalinas y manto dorado. Y cuando salga la luna, caminar por la playa solitaria cogidas por la mano. Y así, sin ataduras, tú y yo, unidas por la pasión, vivir sin cuidado a las maliciosas habladurías. Tu amor para toda la vida, Cristina.

viernes, 7 de mayo de 2021

SARCASMO E IRONÍA

Cada día del año, Manolo iba al cementerio tanto en verano como en invierno.Siempre se sentaba en uno de los bancos de la entrada del Campo Santo. Uno de esos días pasó por su lado un amigo, y le dijo: —Manolo,¿estás ahí para que te pille más cerca? Manolo le contestó con cara de pocos amigos: —No creas, es para no perderme el espectáculo y poder verlo en primera fila cuando te traigan. —¡No esperaba menos de ti, Manolo! ( María J.Galeote, 2021)

MIS VIAJES CONTIGO

Se despiertan mis recuerdos y los pongo a trabajar, en este día en el que el tímido sol del mes de abril se abre paso entre las grises nubes. Me vienen a la mente esos sábados que te tocaba trabajar y me invitabas a irme contigo, porque sabías que se hacía cierto lo del estribillo del bolero: “Si tú me dices ven, lo dejo todo…”. Y lo dejaba todo y te acompañaba y me iba contigo de copiloto en el camión de CAMPSA a los pueblos de Granada y Almería a repartir cargas de gasoil o de gasolina. Eran otros tiempos en los que no había tantas normas ni prohibiciones. Ahora sería imposible poder vivir esas maravillosas experiencias que yo vivencié contigo: besos, risas, confidencias… Todo quedó allí para siempre, en la cabina de aquel enorme camión de catorce ruedas y siete metros o más de largo. También me vienen las reminiscencias de esos otros viajes, ya en tiempos de tu jubilación, cuando pasaste de árbitro federado de fútbol de tercera división a informador de los partidos. También cada domingo yo viajaba contigo en nuestro coche cuando tenías que hacer los informes de los partidos que se disputaban en los distintos pueblos de la provincia de Málaga: Benalmádena, Torremolinos, Torrox, Torre del Mar… Y mientras tú hacías tu trabajo en el campo de fútbol yo recorría cada pueblo palmo a palmo: plazas, iglesias, jardines, tiendas… Esos domingos y esos sábados, el solo hecho estar contigo era para los dos toda una fiesta; no hacían falta ni bebidas ni farolillos. Cani (como solía llamarte), tus recuerdos los guardaré para siempre en lo más profundo de mi corazón. Tú serás para siempre el amor de mi vida. (María J. Galeote, 2021)

viernes, 9 de abril de 2021

UNA PÁGINA DEL DICCIONARIO

ENFRENTADA, ENFADADA, ENFERMA, ENFURECIDA. Un día más enfrentadaa convivir con la soledad. Nada cambia. Me levanto temprano,cuando apenas entran las primeras luces del alba por las rendijas de la ventana, tomo el primer café para luego poder ir al baño y después me maquillo los pómulos y me pinto los labios, el rímel no lo uso, pues me paso la mayor parte del día llorando. Me quiero evadir de lo que está pasando en todo el mundo. Estoy muy enfadada: los políticos en los medios de comunicación solo hablan tonterías, nada está claro para los ciudadanos del mundo, y la gente cada día está más enfurecida y preocupada. Nunca estuve enferma, no sabía ni dónde estaba mi centro de salud, y con este confinamiento todo me ha empezado a doler: la espalda, la rodilla, la cabeza…El no poder hablar con nadie me está matando; esta maldita pandemia vivida en soledad me está llevando al borde de la locura: ¡Si hasta mi desolada vagina grita! ¿Existe un lugar en el que no esté este malditovirus?

Comparando y metaforizando...

En mitad de la noche el ruido del despertador es un taladro en mis oídos. La habitación está fría, desolada; siento cómo un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar el pasado, mi mente es un volcán de ideas tenebrosas que me atormentan desde aquella noche oscura y fría en la que se fue de mi lado, dejándome triste y desamparada. Y aún puedo sentir cómo la muerte se esconde tras las sombras esperando su revancha, aquí, en este lugar del mundo en el que me encuentro perdida en medio de la nada. Esta noche como tantas otras observo cómo las negras nubes, cargadas como panzas de burra, amenazan con rasgarse y caer; el fuerte viento, bestia enfurecida, se atreve sin piedad a sacudir los árboles y hace crujir los cristales de la desgajada ventana. Tengo que pelear contra esta depresión para no sentirme como una pobre niña desamparada e invisible, que espera impaciente una caricia, una palabra de aliento…

viernes, 19 de marzo de 2021

MI TÍA MANUELA

Manuela, mi tía, era una mujer luchadora como la mayoría de su generación. Provenía de una familia numerosa y era la tercera de ocho hermanos, apenas pudo ir al colegio y le hubiese gustado asistir, y mucho, pero tenía que ayudar a su madre en casa y a criar a sus hermanos más pequeños. Cuando solo tenía catorce años de edad comenzó a trabajar en el sector de la aceituna para poder ayudar al sustento de la familia ya que eran muy pobres, el único que aportaba un sueldo a la familia era su padre que trabajaba en el campo, el día que no llovía. Comenzó su trabajo rellenando aceitunas con pimientos, en una de las fábricas más importantes de Utrera, y con el tiempo la fueron pasando a diferentes puestos: como el escogido y el pesado de la aceituna. En la década de los sesenta, las calles de Utrera se convertían en un hervidero de mujeres, un escenario en el que cada mañana todo las mujeres y también algunos hombres salían de sus casas en dirección a las diferentes fábricas. Muchas de las fabricantes llevaban a sus hijos pequeños en brazos, para dejarlos en casa de sus madres o con sus suegras, mientras ellas cumplían largas jornadas de trabajo. La mayoría de ellas se levantaban todos los días a las cinco de la mañana. Muchos días, en plena campaña, se alargaban las jornadas de trabajo por el aumento de los pedidos. No llegaban a casa hasta las nueve o diez de la noche. En la fábrica la comodidad era nula total. En las enormes naves todo era exterior y el techo de uralita, donde el frío en invierno y el calor en verano se hacía insoportable. Todas las fabricantes llevaban lo que llamaban la ‘copita’: era una lata grande de caballa en aceite vacía en la que ponían carbón para hacer una pequeña estufa y poder calentase, la ponían debajo de las mesas, y debajo de la cinta por donde pasaban las aceitunas, donde dieciséis mujeres, todas de pie sin ni siquiera poder levantar la vista: unas más jóvenes y otras menos. Era muy duro, durísimo, pero no había otra cosa. O eso, o trabajar en el campo. Había que subsistir y tenían que buscarse la vida como fuese. En Utrera con el tiempo fueron serrando una a una las fábricas en las que trabajaban tantas mujeres como mi tía. Los utreranos nunca podrán olvidar que toda una generación de mujeres luchó con uñas y dientes para poder salir de la miseria y precariedad que se vivía en los años 60. Con gran esfuerzo y sacrificio lo consiguieron la mayoría de ellas. Lo sacrificaron todo para que sus hijos no pasarán por lo que ellas habían pasado y pudiesen tener una buena preparación y con ello una vida más fácil. ¡¡¡Las fabricantes!!! Esas grandes mujeres. Entre ellas mi tía Manuela.

CAMILA, UNA MUJER VALIENTE

Siempre quise escribir algo sobre su vida. Ella fue una de las primeras personas que conocí cuando llegué a Motril por motivos laborales de mi marido, en el año 1974. Desgraciadamente, ya hace algunos años que no está entre nosotros. Quiero plasmar en este folio algunos de los muchos recuerdos que guardo de ella. Camila era una gran mujer, emprendedora, bondadosa, fuerte de carácter y con un corazón de oro. Recuerdo sus cazuelas de San Juan. ¡¡Eran únicas!! Nadie las hacía como ella, nunca me dijo la receta por más que le insistí, ese era de sus secretos mejor guardados. Dios no le concedió el don de tener un hijo cuando tanto lo deseaba, se casó muy mayor para poder ser madre. Nunca confesó su edad, no quería que nadie supiera que era mayor que su marido. Hacía ya algunos años que no se dedicaba a su profesión de modista, tuvo que dejarla debido a una dura enfermedad, la artrosis, la cual le fue deformando progresivamente sus manos hasta el punto de no poder seguir con el taller. Me contaba, orgullosa, que ella fue en Motril una de las mejores de su profesión y que había tenido en su taller aprendiendo el oficio de modista a más de veinte chicas.Fue muy duro tener que tomar esa decisión. En esos tiempos tenía gran clientela y había vestido a muchas mujeres de prestigio de este pueblo. Como era mujer de recursos no se achicó ante la adversidad. Montó un estudio de fotografía en el mismo lugar donde antes tenía el taller de costura. En aquella época no le resulto nada fácil dedicarse a ello, ya que en Motril no había muchos comercios para poder comprar los productos que necesitaba: productos químicos, papel fotográfico, carretes… Y lo poco que encontraba era escaso y muy caro. Tenía que desplazarse a Granada hasta dos y tres veces por semana, con frío, viento, calor, según la época del año. Los autobuses eran arcaicos y no circulaban a más de cincuenta kilómetros por hora, la carretera era estrecha y había más de trescientas curvas de Motril a Granada. Y llegó el día tan temido para ella, no tenía a nadie, su marido murió y se quedó sola.La enfermedad fue invadiendo su cansado cuerpo y también sus piernas, no podía caminar por sí sola y tenía que apoyarse sobre un bastón. Una madrugada en soledad se apagó la luz de sus ojos para siempre. Camila Palacios, una mujer fuerte, luchadora, emprendedora… Nada le daba miedo, ni el fracaso ni la adversidad. Su recuerdo permanecerá en el corazón de muchos. Yo nunca la olvidaré ya que para mí fue un regalo conocerla y contar con su cariño. (Maruja Jiménez Galeote, 2021)

UNA MUJER ESPECIAL

Hoy voy a valorar más el sentido de la vida en general, que no consiste en ser de derechas ni de izquierdas en el argot político, ni en ser rica ni pobre, solo en ser una mujer valiente, generosa, luchadora como tú, que a nada le tenías miedo y que siempre estuviste en las trincheras. Luchaste para defender los derechos de los mayores, contra el mal trato hacia las mujeres, por los indocumentados que llegaban en pateras, por la igualdad entre hombres y mujeres... En todas las manifestaciones allí estabas tú, amiga. Yo siempre te decía: “Tú tenías que dedicarte a la política y todo sería mucho más fácil para las personas más desfavorecidas de este país” Hoy, día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, este es mi reconocimiento para ti, amiga del alma. Siempre te llevaré en mi corazón, querida Mª Adela Muñoz.

LA MARIPOSA PROTECTORA

En una página del diccionario Mariposa, margarita, Marcela, marzo En el mes de marzo comienza la primavera y los dorados rayos del sol alegran el parque vestido de verde. Una mariposa acaba de despojarse de su envoltorio y deambula por el parque de flor en flor exhibiendo sus bellos colores con suma coquetería. Con sus ojillos y antenas descubre a una indefensa y solitaria margarita a la que el fuerte viento intenta abatir una y otra vez con insistencia. La mariposa se posa sobre ella y, con sus tres pares de patas, intenta protegerla con sus alas de terciopelo. Marcela, que pasea por el parque despreocupada, al ver la escena se acerca y con una fuerte palmada espanta a la protectora mariposa que, asustada, inicia el vuelo sin rumbo a ninguna parte. La joven Marcela, sin compasión y de un solo tirón, arranca la margarita y se la pone en el pelo. Triste, se deshoja, ya nadie la protege…y muere.

viernes, 5 de marzo de 2021

AGONÍA DEL ESPEJO

LA Cada noche la señora de la casa, antes de irse a la cama, se ponía frente a mí. Desde hacía muchos años, no sabría decir cuántos, estaba en aquella casa colgado de una de las paredes del dormitorio principal. En tantos años había visto muchas cosas que no podría ni me atrevería a contar por mero respeto y pudor. Yo intentaba no mirarla, pero me era imposible, mis fuertes reflejos se posaban en su bello cuerpo. Más tarde, cuando llegaba el marido al dormitorio, se metían en la cama y apagaban la luz y ya no podía ver nada, solo escuchar los acelerados e intermitentes suspiros y jadeos de ambos. Pasados algunos años más, ya no se escuchaba nada cuando apagaban la luz. Lo que sí escuché una noche fue como le decía la señora a su marido. “No quiero que ese espejo esté ahí por más tiempo, cada día lo detesto más, me veo más gorda y más vieja”. Al escuchar aquellas palabras de desprecio hacia mí, comprendí que mi larga estancia en aquella casa estaba llegando a su fin. Al día siguiente, con sumo cuidado, me descolgaron de aquella oxidada alcayata a la que había estado enganchado tanto tiempo y fui arrojado a la basura. Me rompí en mil pedazos y así terminó mi vida.

sábado, 20 de febrero de 2021

RELATO DE UN PEZ

Soy de color rojizo, con escamas, pequeños ojos azules y con dos aletas a cada lado de mi cuerpo. Nací en el Mediterráneo, en las aguas que bordean la costa de Málaga y Granada, y me siento muy feliz. Puedo ver aun siendo de noche, las profundidades de este inmenso mar. Cuando salgo a la superficie, a lo lejos, distingo las luces del puerto, los yates, los barcos pesqueros…, amarrados al muelle, esperando su salida al mar. Un día cuando el sol ocultaba sus dorados rayos tras el horizonte, un pescador lanzó su caña de pescar al mar; yo en esos momentos me encontraba cerca del peligro que me acechaba, jugueteando en las trasparentes aguas de la playa de Las Azucenas, cuando en un despiste desafortunado me enganché en el anzuelo. El pescador me sacó del agua y me dejó en la orilla, agonizando, pero aún con vida. A lo lejos se escuchaban los gritos desesperados de un niño que corría con su perro por la playa: “Papá no dejes que muera, es muy bonito. Por favor, quítale el anzuelo y devuélvelo al mar”. El padre le hizo el gusto a su hijo. PUUUFFFF, ¡menos mal!! Si no hubiese sido por la bondad de ese niño (y de su padre) mi vida se hubiera terminado para siempre en ese instante y ahora estaría en alguna cocina, dentro de una cazuela. Maruja. J. Galeote

viernes, 12 de febrero de 2021

¡¡SIEMPRE AMIGAS!!


Siempre seremos amigas, aunque nos intente separar la fuerte tormenta o el fuerte viento, seguiremos unidas por  la fuerza de las olas al chocar contra las rocas. Solo con mirarte adivino tu tristeza, dolor, alegría…
La palabra amistad es tan amplia, que yo sin dudarlo un solo instante te ofrecí la mía y casi al mismo tiempo tú me distes la tuya, y desde ese momento estás tú: En cada rincón de mis sentimientos, en cada pliegue de mi piel estás tu, con tu alegre risa y tu cantarina voz.
Si algún día te toca partir para siempre antes que yo, te recordaré en cada imagen: al contemplar el sol, una flor, o en una mariposa revoloteando de vivos colores.
¡¡Siempre seremos amigas!!

;AMAR SIN RAZÓN"

Él estaba allí, reclinado sobre una fascinante motocicleta, con su cabello negro engominado peinado hacia atrás, sus ojos verdes, la fina camisa de seda desprendida de sus pectorales hiperbólicos, deslumbrante, como un valiente gladiador en plena contienda. Sus labios entreabiertos, rojos e insinuantes llamaban a más, mucho más, como queriendo gritar su fuego interno, pero permanecían inmóviles, estáticos…
Ella lo veía a diario, cada mañana, él siempre estaba allí, en la misma postura, en el mismo lugar, arrogante, seductor, atractivo...Al principio solo lo contemplaba unos minutos para luego continuar su camino; pero, poco a poco se fue atreviendo a pronunciar alguna palabra en voz baja, casi imperceptible, como una plegaria.
—Hola amor mío. ¿Cómo estás?  ¡Qué guapo eres! “Hasta mañana” pues sabía que al día siguiente él permanecería allí.
Alguna vez hasta se animó a soñar con él. Lo encontraba en otro lugar y en otra circunstancia; entonces, se atrevía a acercarse a él, intentaría seducirlo y lo invitaría a soñar juntos tantas cosas… Imaginaba sus besos y  sus manos recorriendo su cuerpo desnudo. Pero pronto debía volver a su mundo, a su rutina diaria, debía seguir camino a su trabajo conformándose con verlo cada mañana en ese cartel publicitario de prendas de lencería masculina.
Creado por: Maruja


"EL RELATO DE UNA NIÑA"


Hola, me llamo Marina, soy una niña de once años y estoy en 6º de primaria. Os voy a contar una historia, una historia horrible y cruel, que ha marcado mi vida. Era una mañana de sábado como tantas otras, en la que mi madre no tuvo la necesidad de despertarme. Al entrar los rayos de luz por entre las rendijas de la persiana y posarse en mi cara me desperté. Bajé a la cocina donde se encontraba mi madre preparando un delicioso desayuno: dos tostadas con mantequilla y un vaso de leche. Después de desayunar me lavé los dientes, me duché y alisé cuidadosamente mi largo pelo rubio. A las doce en punto del mediodía mi madre me dijo:
—Tienes que ir a comprar el pan, para el almuerzo, dile a tu hermana que te acompañe y no os entretengáis.
Llamé a gritos a Marta pero no me contestó así que decidí ir sola, al fin y al cabo no estaba tan lejos.
La calle estaba desierta, en unos instantes había vuelto el invierno, el viento soplaba con fuerzas y llovía. Me encontraba cerca de la panadería cuando pude percibir que alguien me seguía de cerca, no me atrevía a girarme para mirar, pero lo hice. Un hombre de aspecto horrible y espeluznante se acercó por detrás, se encontraba tan cerca que podía escuchar su respiración agitada cerca de mi oído.
Su voz,  sonó aterradora e inquietante: — Hola guapa, ¿quieres una piruleta? Y fui tan incauta e irresponsable que dije: ¡¡¡Siiii!!! Me cogió por detrás con fuerza sin darme tiempo a reaccionar, con  una mano tapó la boca, y con otra  me cogió por debajo del pecho para que no pudiese escapar. De un empellón me metió en un coche negro de ventanas opacas y cerró la puerta con un fuerte portazo. Fue todo tan deprisa que  no tuve tiempo ni fuerzas para gritar… Continuara…

MI PRIMERA COMUNIÓN

Hice la primera comunión en el año 1950.Me cuesta mucho recordar, ya que ha pasado mucho tiempo desde aquel quince de mayo, cuando yo solo tenía nueve años, pero hay cosas en la vida que no se olvidan nunca. Recuerdo con gran tristeza ese día en que algunas de mis compañeras y amigas no pudieron hacer la primera comunión de blanco (como se decía entonces). Sus padres eran muy pobres,la mayoría de ellos trabajaba en el campo y no todos los días tenían trabajo; el día que llovía yno podían trabajar, no tenían ni para comer.En esa época de posguerra la vida en España era muy dura. Nosotros tuvimos mucha suerte, ya que mi padre trabajaba en Renfe y tenía un sueldo fijo y, aunque con algunas estrecheces, nunca nos faltó de nada. Mi traje de comunión me lo confeccionó una modista que solía venir a mi casa de vez en cuando. Le llamaban La Sorda, y no sé por qué, si oía perfectamente. Días antes de la fecha, mi madre llamó a una peluquera para que me hiciese la permanente, y no sé para qué, si yo siempre tuve el pelo rizado. En la víspera no pude conciliar el sueño, ¡estaba tan nerviosa! Como no había dormido, me levanté muy temprano; a las diez era la misa en la Iglesia de Santa María de la Mesa, en Utrera (Sevilla), la misma iglesia en la que me casé veinte años después de aquel día, con el amor de mi vida. Al llegar, todas mis compañeras ya estaban allí ocupando cada una su lugar. Entre ellas, en el primer banco, mi prima Ana Mari, que me había dejado un sitio a su lado. Al terminar la ceremonia nos llevaron al patio del colegio, donde todo estaba preparado para el desayuno: una largas mesas con manteles de papel blanco, unos platos con galletas y en el centro, presidiendo la mesa, una gran olla de aluminio llena de espeso chocolate caliente, que con gran cariño las maestras fueron sirviendo a las niñas. Una de las compañeras, sin querer, derramó su vaso con el chocolate y me manchó mi vestido: me puse a llorar amargamente, pero mi madre todo lo remediaba… Esa tarde estuvimos visitando a familiares, amigos y conocidos de mis padres. Era la costumbre. Al día siguiente teníamos que ir a Dos Hermanas en el tren para que nos viese parte de nuestra familia a mi prima y a mí. Más que para que nos viesen, la idea era que nos echaran dinero en la limosnera. Allí en su casa, nuestras tías prepararon una deliciosa comida para toda la familia y también para los vecinos más cercanos. Era costumbre en aquella época que los niños y niñas que habían recibido ese año la sagrada forma saliesen en la procesión del Corpus Cristi con los trajes de comunión. Ese día del Corpus mi hermana no dejó de llorar en todo el día, no había nada que pudiese calmarla, ella no podía comprender por qué no podía ir en la procesión conmigo si siempre estábamos juntas. A pesar de algunos contratiempos, fue maravillo aquel Día del Señor que nunca olvidaré. (Maruja. J. Galeote, 2021)

domingo, 7 de febrero de 2021

HAYKUS

Andalucía Tierra de hombres valientes Bellas mujeres. *** Sevilla llora No sale la Esperanza Semana Santa. *** El Guadalquivir. al ver sus aguas sonríe Desde Triana. *** Un gran orgullo Para los sevillanos Su catedral *** Luz y color La música en Sevilla Feria de Abril. *** Bella es Granada A los pies de la Alhambra Cristiana y mora.

CUENTO FANTÁSTICO

¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué hacia? ¿Qué dijo? ¿Qué dijo o hizo la gente? ¿Cómo acabó? Era una niña de unos siete años y estaba sola en el parque, sentada en un banco en mitad de la noche, esperaba a sus parientes para poder conocerlos pero no vinieron. “Me quedaré aquí hasta que se haga de día” y se quedó profundamente dormida. En su sueño se tocó los brazos y las piernas, su piel estaba cubierta por un pelo largo y suave y su cara no había cambiado, solo su cuerpo. La gente aterrorizada gritó al verla. Es un monstruo. Y corrió despavorida hasta la salida del parque. La niña no podía comprender lo que estaba pasando. Era todo tan extraño. Una peluda gatita se puso delante de la niña y le dijo: “has tomado mi identidad, tú eres una niña preciosa no eres una gata como yo. Vete a casa que tu mamá estará muy preocupada” La niña cogió a la gatita en sus brazos y se la llevó con ella a su casa.

viernes, 29 de enero de 2021

HAYKUS

Ya sopla el viento, Deshojando los árboles De la ribera. IX Tras negras nubes Se refugia asustado el astro sol. X Sale la Luna Ilumina las calles De noche fría. XI La calle sola, El viento ruge fuerte En tarde fría. XII Somos iguales, Distinto color de piel, Todos hermanos. XIII Pelo dorado, Preciosos ojos verdes, Largas pestañas. XIV Tarde templada Bella la mar en calma Y dos gaviotas. (Maruja Jiménez Galeote, enero 2021)

HAIKUS

I Color granate. Las mejillas rosadas. Tus labios rojos. II Querida madre. Incondicional amor: Ámala siempre. III El Sol se oculta Con sus rayos dorados Tras las montañas. IV Parir un hijo: Partir la vida en dos, Un gran milagro. V Inviernotriste Con árboles desnudos Y hojas caídas. VI Verde la vega. Ya no vienen arrieros. Pobre de caña.

SOLO TENGO MI SONRISA

Solo tengo mi sonrisa, esa que yo te regalo como aroma de una flor que yo aspiro cada vez en el jardín del amor. Solo tengo mi sonrisa, y tan solo una maleta donde guardar mis pesares; en ella guardo mis lágrimas y letras de mis canciones. Solo tengo mi sonrisa, y también besos de amor y besos de despedidas. En el viento, mi dolor en atardeceres fríos Solo tengo mi sonrisa, que Ilumina con su luz la vereda de mi vida, con rosas y con espinas. Solo tengo mi sonrisa, no quiero llorar por ti; si tu luz desaparece, quiero sentirme segura en los brazos de la noche. (Maruja Jiménez Galeote, enero

lunes, 25 de enero de 2021

CUENTO FANTÁSTICO

Solo era una niña de siete años a la que le tocó vivir esos años de una manera extraña. Nunca había visto la cara de ninguna persona sin mascarilla, para ella era algo habitual ya que incluso cuando nació su madre la tenía puesta. Veía sin ser cierto a todas las personas con mascarilla. Unos días antes de Noche Buena se encontraba sentada en un banco del parque, un señor con una bata blanca y con un libro en la mano se acercó a ella y se sentó a su lado, sin pronunciar una palabra abrió el libro y comenzó a leer. Él intentaba con la lectura de ese libro de psiquiatría ayudarla pero no disponía de mucho tiempo, tenía que visitar a un sinfín de pacientes en su consulta. No dejó ni un solo día de acudir a la cita y con aquellas lecturas continuadas consiguió que la niña en poco tiempo, volviese a la realidad. Ya nadie usaba mascarilla ni existían restricciones entre los pueblos. Este año podrían visitar a su familia, hacía años que no habían ido al pueblo. Sí, estas Navidades podrían visitar a sus abuelos y primos que vivían lejos de la ciudad. La noche anterior a la Noche Buena, en el silencio de la noche, escuchó a su madre decirle a su padre: “Estoy harta de cocinar y tendré que llevar la cena de Navidad al pueblo, tus hermanas y tu madre no llevarán nada de nada, solo la boca para comer, y esos sobrinos tuyos son como buitres hambrientos. Al día siguiente, apenada, le dijo a su madre: “No te preocupes por la cena mamá, yo solo quiero ir con uno vestido largo a visitar el Belén que han puesto en la iglesia del pueblo”. “Tú no estás bien hija, la gente se burlará de ti” La madre acabó llevándola a la terraza y la dejó pasear libre con su vestido largo de tul, decorado de estrellas plateadas. Un ángel del cielo bajo hasta la terraza y la rescató de aquella pesadilla.