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sábado, 19 de diciembre de 2020

LAS TRES ROSA

En el jardín de los sueños. Claveles y margaritas. Donde el rosal era el dueño. En el rosal discutían, tres rosas por su color. Yo blanca como la nieve. Como la sangre soy yo Y yo amarilla limón. Sus rosas no se querían por no ser del mismo color. El rosal se puso triste. el dolor lo destruyó, Enfermo de sufrimiento ¡Al poco tiempo murió!

EN LA PLAZA HAY UNA NIÑA…

En la plaza hay una niña, niña con los ojos negros, negros como la noche, noche que yo la soñé. Soñé con tener su amor. Amor verdadero, niña, niña del vestido blanco, blanco el roce de tus labios, labios rojos de pasión, pasión que devora el alma, el alma de un soñador. (¡Negros tus ojos, mi Niña!)

viernes, 4 de diciembre de 2020

EL SOÑADOR. (cuento)

Se había dedicado a esa tarea, era su único fin: dormir y soñar. Se veía en un lugar inhóspito, alejado de toda presencia humana. A lo lejos no podía distinguir lo que surgió de entre la maleza, algo extraño que se acercaba hasta su sueño. Su físico era irreal e irreconocible, como si una nube de polvo oscuro cubriera su silueta, mas sin ser un ser vivo, su corazón latía descompasado. Intuía que no tenía alma, y se había apoderado de la suya. Había logrado traspasar el Universo y las Galaxias. Y así, se apoderó del sueño, para cambiar, poder manipular y apoderarse de su voluntad con el fin de que cometiese cosas espeluznantes, macabras… El poder de aquel extraño ser era tal, que no podía desobedecer los mandatos perversos que le hacía cometer.

jueves, 3 de diciembre de 2020

TRISTE NAVIDAD

Juan no dejaba de caminar: pasillo arriba, pasillo abajo. Algo no iba bien. Él conocía muy bien a su hija, sabía que era una chica responsable, así que un retraso así no era para estar tranquilo, ¡desde luego que no! “¿Dónde estará mi Juanita?”, se preguntaba una y otra vez. Hacía más de dos horas que había salido para ir al supermercado a comprar algunas cosas que faltaban para la cena de Navidad. Los hermanos y sobrinos de Juan habían venido desde Londres para pasar la Noche Buena en familia. Hacía más de cinco años que no se habían visto y todo estaba dispuesto para la gran noche. El comedor lucia espectacular: presidiendo la mesa, un centro de rosas rojas; guirnaldas de flores y hojas de acebo, por todo el comedor; los calcetines rojos, colgados de la chimenea. Todos habían colaborado para que no faltase de nada y fuese una noche muy especial. “¿Y si le ha pasado algo?”, exclamó Juan atormentado, con voz rota, rompiendo el silencio de los allí presentes. A ellos hacía largo rato que un mal presentimiento les rondaba por la cabeza. La abuela, sentada en la butaca de rejilla, dormitaba y, entre quejido y quejido, lanzó un profundo suspiro por respuesta que se convirtió en una expresión no verbal de un sentimiento compartido por todos. Sonó el timbre. Y todos, aliviados, corrieron hasta la puerta. Dos agentes uniformados les desearon buenas noches, solo por pura cortesía y educación. —¿Vive aquí Juanita Murillo? A Juan no le dio tiempo a reaccionar. El policía prosiguió: —Ha ocurrido un grave accidente en la A-30. Por desgracia no ha habido supervivientes.Todos quedaron paralizados por la trágica e inesperada noticia.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

ENCONTRÓ LA SOLUCIÓN

Nunca podré olvidar aquella noche del 24 de Diciembre. La noche estaba oscura y el viento de poniente soplaba con fuerza y la lluvia azotaba los cristales de las ventanas hasta hacerlos crujir. El día había sido muy largo y muy duro: el trabajo en el campo agachada y azotada por el viento me había dejado extenuada. Me sentía muy cansada, y no tuve tiempo ni fuerzas para quitarme las botas de agua que estaban húmedas por dentro y ponerme las zapatillas de casa. ¡Era tal el cansancio!. Como no tenía otra opción me fui hasta el final del pasillo donde se encuentra la cocina. El por suerte aún no había llegado a casa, a sí que tendría tiempo de prepararlo todo. Le molestaba mucho que no estuviese todo a punto, quería que la comida estuviese en la mesa con todo detalle. Con desgana “puso manos a la obra.” No quería que se enfadase y montase un pollo aunque siempre lo hacia, siempre tenía un motivo y si no se lo inventaba. No me lo podía creer me quedé atónita, el miedo se apoderó de mi. Se me había olvidado por completo, sacar el pollo del congelado antes de ir al trabajo.No le importaba lo más mínimo de cómo yo me encontraba, ni el mal días que había pasado, solo le importaba que todo estuviese perfecto. Observe desde puerta, como en un rincón de la cocina el perro comía con avidez y deleite el rico manjar... Había encontrado la solución al problema. No me lo pensó dos veces ni tampoco en las consecuencias que podía tener aquella decisión. “La comida estaría en la mesa con todo detalle como a él le gustaba”