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miércoles, 2 de diciembre de 2020

ENCONTRÓ LA SOLUCIÓN

Nunca podré olvidar aquella noche del 24 de Diciembre. La noche estaba oscura y el viento de poniente soplaba con fuerza y la lluvia azotaba los cristales de las ventanas hasta hacerlos crujir. El día había sido muy largo y muy duro: el trabajo en el campo agachada y azotada por el viento me había dejado extenuada. Me sentía muy cansada, y no tuve tiempo ni fuerzas para quitarme las botas de agua que estaban húmedas por dentro y ponerme las zapatillas de casa. ¡Era tal el cansancio!. Como no tenía otra opción me fui hasta el final del pasillo donde se encuentra la cocina. El por suerte aún no había llegado a casa, a sí que tendría tiempo de prepararlo todo. Le molestaba mucho que no estuviese todo a punto, quería que la comida estuviese en la mesa con todo detalle. Con desgana “puso manos a la obra.” No quería que se enfadase y montase un pollo aunque siempre lo hacia, siempre tenía un motivo y si no se lo inventaba. No me lo podía creer me quedé atónita, el miedo se apoderó de mi. Se me había olvidado por completo, sacar el pollo del congelado antes de ir al trabajo.No le importaba lo más mínimo de cómo yo me encontraba, ni el mal días que había pasado, solo le importaba que todo estuviese perfecto. Observe desde puerta, como en un rincón de la cocina el perro comía con avidez y deleite el rico manjar... Había encontrado la solución al problema. No me lo pensó dos veces ni tampoco en las consecuencias que podía tener aquella decisión. “La comida estaría en la mesa con todo detalle como a él le gustaba”

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