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sábado, 19 de diciembre de 2020
LAS TRES ROSA
En el jardín de los sueños.
Claveles y margaritas.
Donde el rosal era el dueño.
En el rosal discutían,
tres rosas por su color.
Yo blanca como la nieve.
Como la sangre soy yo
Y yo amarilla limón.
Sus rosas no se querían
por no ser del mismo color.
El rosal se puso triste.
el dolor lo destruyó,
Enfermo de sufrimiento
¡Al poco tiempo murió!

EN LA PLAZA HAY UNA NIÑA…
En la plaza hay una niña,
niña con los ojos negros,
negros como la noche,
noche que yo la soñé.
Soñé con tener su amor.
Amor verdadero, niña,
niña del vestido blanco,
blanco el roce de tus labios,
labios rojos de pasión,
pasión que devora el alma,
el alma de un soñador.
(¡Negros tus ojos, mi Niña!)

viernes, 4 de diciembre de 2020
EL SOÑADOR. (cuento)
Se había dedicado a esa tarea, era su único fin: dormir y soñar.
Se veía en un lugar inhóspito, alejado de toda presencia humana.
A lo lejos no podía distinguir lo que surgió de entre la maleza, algo extraño que se acercaba hasta su sueño. Su físico era irreal e irreconocible, como si una nube de polvo oscuro cubriera su silueta, mas sin ser un ser vivo, su corazón latía descompasado.
Intuía que no tenía alma, y se había apoderado de la suya. Había logrado traspasar el Universo y las Galaxias. Y así, se apoderó del sueño, para cambiar, poder manipular y apoderarse de su voluntad con el fin de que cometiese cosas espeluznantes, macabras… El poder de aquel extraño ser era tal, que no podía desobedecer los mandatos perversos que le hacía cometer.

jueves, 3 de diciembre de 2020
TRISTE NAVIDAD
Juan no dejaba de caminar: pasillo arriba, pasillo abajo. Algo no iba bien. Él conocía muy bien a su hija, sabía que era una chica responsable, así que un retraso así no era para estar tranquilo, ¡desde luego que no! “¿Dónde estará mi Juanita?”, se preguntaba una y otra vez. Hacía más de dos horas que había salido para ir al supermercado a comprar algunas cosas que faltaban para la cena de Navidad.
Los hermanos y sobrinos de Juan habían venido desde Londres para pasar la Noche Buena en familia. Hacía más de cinco años que no se habían visto y todo estaba dispuesto para la gran noche.
El comedor lucia espectacular: presidiendo la mesa, un centro de rosas rojas; guirnaldas de flores y hojas de acebo, por todo el comedor; los calcetines rojos, colgados de la chimenea. Todos habían colaborado para que no faltase de nada y fuese una noche muy especial.
“¿Y si le ha pasado algo?”, exclamó Juan atormentado, con voz rota, rompiendo el silencio de los allí presentes. A ellos hacía largo rato que un mal presentimiento les rondaba por la cabeza. La abuela, sentada en la butaca de rejilla, dormitaba y, entre quejido y quejido, lanzó un profundo suspiro por respuesta que se convirtió en una expresión no verbal de un sentimiento compartido por todos.
Sonó el timbre. Y todos, aliviados, corrieron hasta la puerta. Dos agentes uniformados les desearon buenas noches, solo por pura cortesía y educación.
—¿Vive aquí Juanita Murillo?
A Juan no le dio tiempo a reaccionar. El policía prosiguió:
—Ha ocurrido un grave accidente en la A-30. Por desgracia no ha habido supervivientes.Todos quedaron paralizados por la trágica e inesperada noticia.

miércoles, 2 de diciembre de 2020
ENCONTRÓ LA SOLUCIÓN
Nunca podré olvidar aquella noche del 24 de Diciembre. La noche estaba oscura y el viento de poniente soplaba con fuerza y la lluvia azotaba los cristales de las ventanas hasta hacerlos crujir. El día había sido muy largo y muy duro: el trabajo en el campo agachada y azotada por el viento me había dejado extenuada.
Me sentía muy cansada, y no tuve tiempo ni fuerzas para quitarme las botas de agua que estaban húmedas por dentro y ponerme las zapatillas de casa. ¡Era tal el cansancio!. Como no tenía otra opción me fui hasta el final del pasillo donde se encuentra la cocina.
El por suerte aún no había llegado a casa, a sí que tendría tiempo de prepararlo todo. Le molestaba mucho que no estuviese todo a punto, quería que la comida estuviese en la mesa con todo detalle. Con desgana “puso manos a la obra.” No quería que se enfadase y montase un pollo aunque siempre lo hacia, siempre tenía un motivo y si no se lo inventaba.
No me lo podía creer me quedé atónita, el miedo se apoderó de mi. Se me había olvidado por completo, sacar el pollo del congelado antes de ir al trabajo.No le importaba lo más mínimo de cómo yo me encontraba, ni el mal días que había pasado, solo le importaba que todo estuviese perfecto.
Observe desde puerta, como en un rincón de la cocina el perro comía con avidez y deleite el rico manjar... Había encontrado la solución al problema. No me lo pensó dos veces ni tampoco en las consecuencias que podía tener aquella decisión. “La comida estaría en la mesa con todo detalle como a él le gustaba”

domingo, 29 de noviembre de 2020
NAVIDAD SIN LUCES DE COLORES
Manuel observaba su gran salón y fijó la vista en la fotografía de su esposa, compañera, amiga... Lo había sido todo para él y ahora se sentía muy solo, a pesar de los muchos años que hacía que lo había dejado para siempre, aquella fría madrugada.
En la Navidad era cuando más la echaba de menos. Añoraba cómo lo preparaba todo con esmero e ilusión. Esos días navideños cuando los niños pedían sus platos preferidos y ella complacía todos sus caprichos. Echaba de menos esas etapas de su vida.
En la cocina, Manuel se preparaba su cena navideña: pescado cocido con una cebolla, una patata una zanahoria y una hoja de laurel. Lo dejaría todo preparado para poder estar más tiempo con sus hijos.
Ahora...vendrían sus hijos después de comer, le darían un beso sin alma, un par de toques en la espalda diciendo: "Estás genial papá". Y en media hora su casa estaría vacía. Y no se equivocaba. Sus hijos llegaron apresurados y llenaron la casa de barullo, risas, y conversaciones olvidadas. Él observaba mientras todos hablaban entre ellos,.era invisible, parecía que nadie se percataba de que estaba allí. Nadie cenaría esa noche en su cas. Ellos tenían obligaciones y otros compromisos; ya era un estorbo, un pobre viejo que no servía para nada. Ya lo tenía asumido. Echaba de menos cuando era imprescindible, sobre todo, los días en que todos se sentaban a la mesa y daban gracias a Dios por poder celebrar todos juntos el gran día.
Y no se equivocaba. Se quedó solo esa noche. La casa olía a pescado, a ausencias, a tristeza y a soledad; un silencio aterrador le rodeaba.
Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras observaba su pescado inerte sobre el agua, dentro de la cacerola. La casa se había quedado muda, inhóspita, triste, vacía… Igual que su alma.
(Maruja Jiménez Galeote. Noviembre 2020)

viernes, 20 de noviembre de 2020
UNA NOCHE
Una noche, podrías ponerme mi mejor traje. Podría lucir el mejor estilo de peinado. Podría comprarme unos zapatos muy elegantes y combinarlos con el bolso más bello y elegante que pudiese encontrar entre mis cosas. Una noche podría ir a un buen restaurante y luego a bailar hasta el amanecer. Quisiera poder hacerlo, engañar a todo el mundo, aparentando ser la persona más Feliz y Plena que existe en el mundo, pero solamente Dios sabe el vacío que siento en el interior de mi alma cuando cada noche me encierro en ese frío y solitario aposento donde nadie me ve.
María Jiménez Galeote.

ABRIL
El Centro de Educación Permanente, como cada año, organizó el viaje fin
de curso para el mes de abril. Este año sería una ruta por los Pueblos
Blancos (Cádiz).
Y llegó el día esperado. Cuando Adela subió al autobús todos los asientos
se encontraban ocupados por las compañeras que habían llegado antes
que ella. Resignada, se sentó en el único asiento que quedaba libre al final
del pasillo. Cuando el arcaico autobús se puso en marcha, tuvo que hacer
malabares para sortear los miles de baches que había en el camino. Sus
compañeras, repanchingadas en sus asientos, no dejaban de piropear al
conductor (el pobre hombre se estaba poniendo muy nervioso por las
cosas que le decían…).
La profesora, muy indignada por el mal comportamiento de las alumnas, se
adueñó del micrófono y, con el tono más amable posible, dijo: “Cuando se
viaja hay que ver y observar todo, no perderse ni un solo detalle, porque
siempre recordaremos lo visto y lo vivido en el viaje”. Ninguna de ellas la
escuchaba… ¡¡Pobre mujer!! Todas estaban hablando en voz alta. Las dos
compañeras septuagenarias que iban sentadas delante de Adela
mantenían una interesante conversación. Una a la otra le decía: ”Yo hace
unos días hice el amor por primera vez con un joven que no conocía.
¡¡¡Sin precauciones!!!
Adela apretó los labios con fuerza para evitar reír a carcajadas.
Maruja Jiménez Galeote.

EL BOLIGRAFO
La escritora intentaba escribir una bonita historia de amor vivida por ella en el pasado y se quedó estupefacta cuando el bolígrafo se escapó de entre sus dedos y cobró vida propia. Y como por arte de magia se puso sobre el folio en blanco y empezó a escribir su propia historia: “Me inventaron hace ya mucho tiempo, después de la pluma, el tintero, la tiza, el pizarrín..., pero a mí todos me utilizan: niños y mayores. Niños que cuando se encuentran aburridos en clase y no quieren hacer las tareas me mordisquean y me obligan a pintar en las mesas del colegio. Más tarde llegaron mis parientes, las nuevas tecnologías, aparatos más avanzados e inteligentes: la máquina de escribitr, el ordenador, la tablet, el móvil…Todos esos aparatos escriben, pero a mí nunca me han dejado de utilizar por más que han inventado otros más modernos. Yo, sigo aquí. ¡Soy invencible e insustituible!...”
La escritora no daba crédito a lo que le estaba pasando. “Ese bolígrafo es mágico, tiene vida propia”, pensó.
Cuando despertó estaba confusa:¿sueño o realidad?
María Jiménez Galeote.

miércoles, 18 de noviembre de 2020
BRINDO POR ELLAS
Hoy día de las madres quiero brindar con todas ellas: las que sufrieron en silencio la enfermedad de algún hijo sin desfallecer en ningún momento. Las que por algún motivo tuvieron que mentir para protegerlos. Las que alguna vez han llorado por ellos en la oscuridad para no ser vistas. Pero siempre orgullosas por haber sentido la satisfacción y el orgullo de ser madre y haberlos podido querer con toda el alma… ¡¡¡Brindo por ellas!!!
Etiquetas:
madres

sábado, 7 de noviembre de 2020
TRISTE REALIDAD
Él, al verme allí sentada, no se sorprendió, se dirigió hasta donde me encontraba y en tono sarcástico me dijo: “Esta que ves aquí es la chica que te han dicho las malas lenguas del pueblo.Salgo con ella desde hace más de un año. ¡¡Y eso es lo que hay!!” Salí de allí corriendo, como alma que lleva el diablo; corrí sin rumbo ni destino hasta quedar extenuada y sin aliento.
Me envuelve una brisa fresca con olor a sal y ante mí se extiende un gran manto de dorada arena fina como oro pulido. Bajo hasta la orilla despacio, contando las huellas de las pisadas en la arena. Observo confusa, abstraída, fuera de la realidad, la gran belleza que me rodea: los tonos azules en el horizonte que unen mar y cielo, gaviotas que revolotean en círculo en su busca por el sustento, una nube blanca que se desplaza lentamente…Tanta belleza me entristece. No puedo dejar de llorar, no tengo consuelo, me pregunto qué será ahora de mí, de mis ilusiones y sueños, sueños que nunca se harán realidad. Él, el mar, habla conmigo en mi silencio hasta que me quedo dormida.
Las risas de los niños que juegan despiertan mi letargo. Cae la tarde con espadas de fuego incandescentes para parir la noche. A lo lejos, sobre las tranquilas aguas se divisan pequeñas luces como bailarinas de un mágico ballet danzando sobre las aguas.El eco de unos ladridos lejanos me vuelve a mi amarga realidad.
(Maruja Jiménez galeote, noviembre 2020)

viernes, 6 de noviembre de 2020
¿Qué quiero?
Quiero, bailar en el jardín de mis sueños con la persona amada, esa que me hace feliz solo con pensarla.
Quiero, llorar de alegría cuando pueda estar a tu lado llenando mi alma con los sonidos de la vida.
Quiero, ver y sentir caer la lluvia tras los cristales en una tarde de otoño, gélida y fría…

martes, 13 de octubre de 2020
SIN CONSUELO
19 DE MAYO de 2016
Cae implacable la madrugada sobre aquella habitación 730 de la séptima planta, cuando el frio agazapado de la muerte inunda la estancia.
Sin noción de estar viva, me arrancaron de tu lado, si, ya te habías ido, si, en un instante como una estrella fugaz pasa ante mis ojos, sin un adiós, sin una palabra de aliento para poder seguir viviendo en este horrible destierro que habita y embarga mi alma, ese que tantas veces se esconde tras la máscara para poder seguir fingiendo que estoy bien y no me pasa nada.
Pasan los días uno tras otro en soledad. No escucho el teléfono, ni el canto de los pájaros en el magnolio que hay cerca de casa, ni tu llave en la cerradura… me embarga la nostalgia, mientras voy amasando los bellos recuerdos que se agolpan dentro de mi alma vacía por tu ausencia.

EL CORONA VIRUS
:
Me gustaría poder despertar de esta horrible pesadilla, que todo volviese a ser como antes de que nos invadiera esta maldita enfermedad. Poder cada día, sin miedo, practicar todas mis actividades: gimnasia, escritura, lectura, teatro…poder llamar cada mañana a mi querida amiga, para preguntarle cómo ha pasado la noche y quedar a una hora de la tarde para salir como hacíamos tantas tardes para dar una vuelta, entrar y salir de las tiendas, solo con la intención de pasar el tiempo.
Ya nada volverá a ser como antes de esta pandemia.
Las calles, las tiendas, los bancos de la plaza seguirán en el mismo lugar, en el mismo sitio, más ya nada volverá a ser como antes, antes de que nos invadiera esta maldita pandemia.

viernes, 2 de octubre de 2020
ALCANZAR LAS NUBES
La parra del patio apenas dejaba pasar los rojos y anaranjados rayos del sol entre las amarillentas hojas, mustias ya por el prolongado estío de la tarde, en los últimos días del mes de septiembre. Una lagartija paseaba perezosa por la pared recién encalada de un blanco azulado. Con gran maestría e insistencia, sacaba su fina y larga lengua intentando cazar algún despistado insecto que se pusiese a su alcance.
En un extremo del patio se encontraba mi madre, serena y silenciosa, como era habitual, haciendo honor a su carácter tranquilo y relajado. Sentada en su silla baja de aneas, observé sus blancas y arrugadas manos. ¡Cómo se afanaban con destreza por terminar el traje que debía entregar al día siguiente, tal y como había prometido!
Recordaba en aquellos años, siendo aún muy joven, cómo se levantaba, recogía su hermoso pelo en un gracioso moño que ataba en la nuca, y se ponía el delantal de rayas blancas y negras con suma destreza, el cual anudaba con un airoso lazo alrededor de su estrecha cintura. Todo lo hacía con mucho cuidado y sin hacer el más mínimo ruido, casi a oscuras, para no despertar a los niños, que a esa hora temprana aún dormían. La noche anterior dejaba preparado el carbón dentro de la lata de caballa y lo encendía por la mañana para poder aliviar el enorme frío que hacía en la fábrica de aceitunas. Todas las mujeres, alineadas a ambos lados de la enorme cinta por donde pasaban las aceitunas de color verdinegro, a un ritmo, que las manos se movían sin tregua, con la mirada fija en el sinfín de la cinta. Iban rápidas, como el viento que hacía mover la techumbre de fina uralita que cubría el enorme tejado de la desolada nave. Las aceitunas estaban muy, muy frías, y sus pequeñas manos se quedaban congeladas. Era casi imposible poder moverlas con pericia, lo cual era necesario para poder seguir el ritmo de trabajo que les obligaban a mantener.
El camino que recorría para ir a la factoría era largo y escarpado como un puzzle, con el frío presente todo el día, ya que las gastadas y deterioradas ropas que envolvían su débil cuerpo, abrigaban muy poco. Siempre la recuerdo trabajando para que no nos faltase de nada. Ella nunca se había quejado de la vida que le tocó vivir al quedar viuda siendo aún tan joven. Yo, deseaba ser algo más en la vida para poder elegir mi propio destino.
La observaba mientras mi mente se encontraba intentando ordenar mis pensamientos, que cada vez eran más confusos y llenos de un gran temor. No saber el porqué de aquél silencio, cuál sería el motivo,… Me preguntaba angustiada: “¿Será que no superé las pruebas en el examen?” ¡Me sentía morir! Un escalofrío recorrió mi cuerpo sólo al pensar que podía ser cierto. Pertenecer al ejército siempre fue mi mayor aspiración. No ansiaba otra cosa con más vehemencia que ser militar, como lo había sido mi padre antes de morir a tan temprana edad.
El aldabón de la puerta de la calle, en forma de mano, golpeó con fuerza una y otra vez, con gran insistencia, como si pensasen que en la casa no se encontraba nadie. A lo lejos, la voz aguardentosa del cartero:
— ¡Pilar Martínez, Pilar Martínez!
Repetía mi nombre una y otra vez fuerte y claro. Mi madre levantó sus pequeños ojos azules por encima de sus diminutas gafas, muy sorprendidos e intuyendo el mutismo en el que yo me encontraba. Gritó:
— ¡¿Es que no has oído que te están llamando, criatura?!—
Se le notaba un poco alterada al ver que yo no hacía el más mínimo gesto por levantarme de la silla. Al terminar de oír su reclamo, como movida por un resorte, di un salto y corrí hacia la puerta. Él estaba allí, con su uniforme gris, sus grandes gafas de pera oscuras, y su cartera, por donde se podían ver las cartas de todos los colores y tamaños. ¡No me lo podía creer! Al entregarme la carta, la cogí entre mis temblorosas manos y la apreté fuertemente contra mi pecho, temiendo que pudiese desaparecer de un momento a otro. Observé el alargado sobre blanco en el cual aún se podía oler la tinta azul con la que se hallaba escrito mi nombre; en un extremo, el icono de las Fuerzas Armadas Españolas. La guardé en el bolsillo de mi bata para poder leerla en el silencio de mi habitación.
***
Ministerio de Defensa Comandante: Leopoldo Ramírez
Madrid, a 16 de septiembre de 1989
Señora Pilar Martínez:
Me complace hacerle llegar esta notificación para comunicarle, con toda satisfacción, que el pasado día 11 de junio superó con la máxima puntuación las pruebas de acceso para poder ser admitida en las Fuerzas Armadas. No existiendo ninguna objeción por parte del Ministerio de Defensa por el hecho de ser mujer, deberá presentarse el día 23 de enero a las 8:30 horas. No se retrase en llegar; la estarán esperando. Su destino: Escuela Nacional de Aeronáutica de Salamanca
Un saludo,
Comandante Ramírez
***
Al despertar por los continuados ladridos de Roqui, me sentí fuera de la realidad, perturbada…, Una inmensa felicidad inundaba todo mi ser. “El día más feliz de mi vida”, me decía a mí misma una y otra vez, pues no creía que pudiera ser cierto. Había conseguido poder alcanzar mi mayor deseo. La puerta se abrió y mi madre entró presurosa.
— Pilar, Pilar, ¡levántate, que ya es la hora!
Me tiré de la cama y empecé a vestirme a toda prisa: ¡no quería llegar tarde a tan ansiada cita! En mi cabeza, un pensamiento: “Yo, sí podré ¡ALCANZAR LAS NUBES!”

martes, 5 de mayo de 2020
CORRÍAN LOS AÑOS 1492.
En
España, la vida era muy dura para las mujeres en aquella época, y aún más, para
las que éramos jóvenes, y pobres como yo.
Un
día, en la plaza del pueblo, escuché comentar a unos hombres muy bien vestidos
y educados, que en breve, unas fragatas saldrían del pueblo, del puerto de
Palos, con el fin de descubrir lo que había al otro lado del mundo, allí donde
se pierde la vista tras el horizonte.
No
me lo pensé. Al día siguiente, trece de Agosto, al amanecer era la salida. Me
levanté aún de noche, me puse las ropas de mi hermano pequeño y me dirigí al
puerto. Una vez allí, me colé en la bodega del barco, con mucho cuidado para no
ser vista. Ya en alta mar, el barco empezó a moverse sin piedad, todo se
desplazaba de un lado a otro. Lloré desesperada y grité invadida por el miedo.
Una
luz iluminó la estancia y pude verlo. Era alto, moreno, ojos azules como el mar
y espesa barba. Él estaba allí para calmar mi tristeza y desolación en la que
me encontraba.
Pensé
que al descubrirme se enojaría y me tiraría al mar. Pero no fue así. Se acercó
a mí, comenzó a hablarme dulcemente, sus palabras sonaron como bella melodía en
mis oídos.
No
tengas miedo Bella dama nadie sabrá que estas aquí, cada día bajaré a visitarte
para hacerme compañía, te traeré comida, agua y ropa limpia. Confía en mí. Yo
esperaba cada día con suma impaciencia su llegada, mi corazón se aceleraba al
sentir el chirrido de la puerta cuando venía a visitarme.
En
aquel lugar insólito pude vivir los momentos más apasionados y maravillosos de
toda mi vida. El amor verdadero, el que yo nunca había sentido por ningún otro
hombre.
Después
de muchos días de navegación, una fuerte voz se escuchó en cubierta.
¡¡Tierra
a la vista!!

jueves, 23 de abril de 2020
LA HERENCIA
Querida hija, creciste antes de tiempo perdiendo la niñez y la juventud al tener que trabajar desde muy pequeña. Sé, aunque nunca lo dijiste, que siempre te gustó viajar y nunca pudiste realizar tu sueño. Mas nunca tuvimos dinero para gastar en viajes, la vida para nosotros no fue nada fácil. Por eso, con lo poco que pude ahorrar de la mísera pensión en estos años, le pedí a tu tío Pepe que comprara, un pasaje para un crucero por Italia, para ti y para tu marido, al que he querido como a un hijo. También, una entrada para una butaca de patio en el Teatro de la Comedia. Sé que aunque nunca lo dijo, siempre le gustó el teatro.
Que no se te olvide. Dale a mi nieta Miriam los pendientes que me regaló el abuelo cuando nos casamos, que a ella siempre le gustaron.
Te sorprenderá saber que no fuiste mi hija biológica. Ese fue mi secreto mejor guardado durante tantos años. No quiero que pienses que por eso te quise menos, siempre te quise más, que incluso a mi propia vida.
Que no se te olvide. Dale a mi nieta Miriam los pendientes que me regaló el abuelo cuando nos casamos, que a ella siempre le gustaron.
Te sorprenderá saber que no fuiste mi hija biológica. Ese fue mi secreto mejor guardado durante tantos años. No quiero que pienses que por eso te quise menos, siempre te quise más, que incluso a mi propia vida.

domingo, 29 de marzo de 2020
CONFINAMIENTO

jueves, 26 de marzo de 2020
SOLEDAD

PRIMAVERA

CENTIMIENTOS
Etiquetas:
Reflexiones

jueves, 19 de marzo de 2020
YA NADA SERA IGUAL
Estoy
rota por dentro, no puedo concentrarme para escribir todo lo que está pasando,
es como si una horrible pastilla se hubiese apoderado de mi mente y de todo mi
ser. Me gustaría despertar y que todo volviese a ser como antes.
Poder
llamar a mi amiga y hermana M. Pepa, e irnos a la calle, como hicimos tantas y
tantas veces, a dar vueltas sin rumbo, entrar y salir de las tiendas por el
mero hecho de pasar el tiempo. Ya nada volverá a ser igual.
Las
calles, las tiendas, los bancos de las explanadas puede que sigan en el mismo
sitio.
¡Pero
nada volverá a ser como antes sin ti amiga!
Creado por : Maruja.

miércoles, 18 de marzo de 2020
BESOS AL CIELO
Pasadas las diez como cada día he ido a coger el teléfono para preguntarte cómo habías pasado la noche. El corazón me ha dado un vuelco. No ya no te puedo llamar. Ya no habrá nadie al otro lado, ya no te podré preguntar cómo has pasado la noche como cada mañana. Ya no me dirás: mal, me he levantado a tapar a Andrea, me he asomado dos veces a la terraza agarrándome a la pare para no caer y casi al amanecer me he comido un plátano por que anoche no cene.
Cuanto te echo de menos M. Pepa, mi amiga (mi hermana)

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