Jamás pensé que llegaríamos a ese punto, cuando lo
vi entrar en la cafetería con aquella rubia despampanante con alto tacones y
vestido de longaniza. El al verme allí sentada no se sorprendió y se dirigió
hasta donde me encontraba, con la cara más dura que una piedra y en tono
sarcástico me dijo: Esta que ves aquí es la chica que te han dicho las malas
lenguas del pueblo. Salgo con ella desde hace más de año, si no estás conforme
eso es lo que hay.
Nunca te pedí nada, pues como tú te encargabas de
repetirme siempre, que nunca me habías querido que yo no merecía tu cariño,
pero aún así tuviste la cobardía de casarte conmigo. Pues bien, aun así, te voy
hacer como regalo para tu próxima boda con esta rubia, te regalo la prueba de
paternidad de mi hijo Gabriel, para que sufras cada uno de los días que te
queden de vida, sabiendo que tú no eres su padre.
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