Tenía muchas deudas y tantos enemigos que mi vida se
había convertido en un infierno en los últimos años, así que urdí un plan, una
estrategia para poder salir de aquella penosa situación en la que me
encontraba.
Una mañana de domingo, me hice el muerto, y lo hice
tan bien que todos lo creyeron, incluida mi mujer. Me metieron en una caja de
pino forrada de raso blanco azulado, y con sumo cuidado los enterradores me
bajaron a la fosa. Todos lloraban, mis pocos amigos y mis muchos enemigos. Escuchaba los golpes de las paladas de tierra sobre
mí, cada vez más lejanos. Hasta que se hizo elsilencio, un silencio sepulcral. No podía respira, me ahogaba, me faltaba el aire y un sudor frío inundó mi cuerpo inmovilizados.
Grite y grite hasta quedar sin voz, pero nadie me escucho.
Creado por: Maruja. J. Galeote.
Perfecta simulción con desenlace trágico.
ResponderEliminarUn abrazo.