(FUSIÓN DE DOS CUENTOS)
Había una vez en un lejano país una niña a la que su abuela le había confeccionado una linda caperuza roja. Como le gustaba tanto siempre la tenía puesta, sólo se la quitaba cuando tenía que irse a dormir, por eso todos en el pueblo la llamaban Caperucita Roja. Un día su madre le pidió que fuese a casa de la abuela para llevarle una medicina por que se encontraba enferma. La madre estaba preocupada por los peligros que acechan a aquel lugar a esa hora de la tarde y con palabras cariñosas le advirtió a Caperucita.
—Caperucita vete por el camino asfaltado aunque sea el más largo, pero es
seguro, no te vayas por el bosque a esta hora de la tarde, el lobo esta por
allí, y está hambriento.
Ella, como hacen algunas niñas no hizo caso a las palabras
de su madre y se encaminó hacia el espeso y tenebroso bosque. Al llegar al
corazón del bosque se encontró con los tres hermanos cerditos que vivían en el
bosque, jugando con una manzana. El más pequeño le preguntó a la niña.-- ¿Dónde
vas a esta hora por este lugar
Caperucita?
— Voy a llevarle a mi abuela esta medicina, se encuentra
enferma, y me he perdido y no sé qué camino tengo que seguir. Balbuceó la niña
muy asustada. Uno de los cerditos, el mediano, le dijo: ten mucho
cuidado, el lobo está buscando alguna presa fácil y tú tienes todas las
papeletas para que te toque el premio. No había terminado el cerdito la frase
cuando apareció el lobo, con la mera intención de saciar su hambriento estómago.
Los cuatro gritaron aterrados al verlo
tan cerca, babeando y exponiendo sus feroces colmillos con intención
desafiante. Corrieron despavoridos, corrían hasta quedar sin aliento, sin mirar,
con el lobo pegado a los talones. Al llegar, rápidamente cerraron todas las
puertas y todas las ventanas para que el canino no pudiese acceder hasta el
interior. El lobo se puso a dar vueltas alrededor de la casa, buscando la forma
de poder colarse por algún lugar y comerse a los tres cerditos y a la linda
Caperucita. Ese era su objetivo.
Un gran árbol desnudo cerca de la casa fue la solución para
el problema del lobo, trepó por sus ramas hasta el tejado para poder colarse
por la estrecha chimenea.
La bella Caperucita
que era una niña muy despierta y perspicaz puso en el fuego una gran olla llena
de agua. El lobo asesino descendió por
el interior de la chimenea y cayó sobre el agua hirviendo escaldándose la piel.
De un salto escapo de allí “como alma que lleva el diablo”, salió al bosque
como si le hubiese cogido la pata un tren, dando terribles saltos y
terroríficos alaridos, que se podían escuchar en todos los rincones del
bosque.
Se cuenta por el lugar que nunca jamás quiso comer cerditos
y por supuesto a ninguna otra bella Caperucita.
Creado por: Maruja. J. Galeote.
Creado por: Maruja. J. Galeote.
Viva la imaginación, con lo del asfalto y la medicina parece mas actual. Un amigo le fue a leer a su nieta el cuento de caperucita, y le dijo el nieto: "abuelo los lobos no hablan".
ResponderEliminarBonito relato.
ResponderEliminarUn abrazo.