—Cuando pasen cinco años y sea mayor quiero ir
a la universidad, para poder estudiar. Ya que eso no será una dificultad para
mí: estaré corta de vista, sorda y con las tetas flácidas Me pondré un vestido
de tul, zapatos carmesí y unas gafas de culo de botella.
Claro
que cuando me vea la profesora, dirá asustada: —Tú no puedes estar aquí.
— ¿Por qué no puedo estudiar yo?—
Ya soy mayorcita — ¿No cree Señora? Le preguntaré sin
perder la calma.
Me sentaré sin hacer el más mínimo gesto en el
último banco de la clase. Los niños me tiraran
gomas, lápices, tizas…y todo lo que encuentren a su alcance.
La gente irá todos los días a curiosear,
a ver qué hace una vaca en clase, y como pasarán mucha gente…Y como el bullicio
y el alboroto aumentarán y los chicos en clase no estudiarán...
Más yo, me apartaré a un rincón de la clase y rumiaré la lección con tesón y ahínco cada día. Los chicos estarán tan distraídos con asistir cada sábado al botellón, y en “joderme”, que no estudiarán y se convertirán en auténticos asnos.
Creado por Maruja. J. Galeote.
Bonito relato para arrancar una sonrisa de los labios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial una narración llena de ironía e ingenio.
ResponderEliminarBesos
André