Recuerdo a mi madre, joven, alegre, divertida con la piel tersa y sin arrugas, siempre dispuesta a ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. De pequeña, cada mañana, me ayudaba a atarme los cordones de los zapatos para ir al colegio. Al llegar la noche, me llevaba a la cama en sus brazos, y con infinita ternura, unía mis pequeñas manos para enseñarme a rezar.
¿Dónde está mi madre? Mi madre ha perdido la cabeza, ha perdido la capacidad de pensar, contempla un mundo que no logra comprender, se han borrado sus recuerdos e ilusiones, hasta los pensamientos más cercanos no tienen cabida en su mente. Se encuentra perdida y desorientada e inmersa en un espacio oscuro y desconocido…
Guarda sus pequeñas cosas, en lugares extraños que no puede encontrar, no los quiere perder, son sus tesoros más queridos; sabe que si los perdiese, se les escaparían aun más sus recuerdos, los que ella intenta retener con todas sus fuerzas. A veces grita, desesperada y aterrada pidiéndome las cosas que dice que yo le he robado.
¿Qué le puede quedar así a mi madre? Sólo le queda una parte de vida que aun recuerda en lo más profundo de su mente. Ahora ella cree que yo soy su madre. Cada mañana al asearla, me pregunta entre murmullos prolongados, una y otra vez:
—¿Ya es la hora de ir al colegio? ¿Vendrá papá a cenar después del trabajo? Me pregunta, alisando con los dedos sus blancos y débiles cabellos. A veces canturrea una canción con una letra sin sentido…
—¿Que canción cantas mamá? —Una mueca sale de sus finos labios, y dirige su mirada al infinito como si la pregunta no fuese con ella.
Vuelve a estar en silencio, sentada en la butaca con la toquilla de ganchillo envolviendo sus redondeados y encorvados hombros. Sus escuálidas piernas tiemblan bajo la manta de cuadros, las gafas cuelgan sobre sus pálidas mejillas, y ojea una vieja revista que contiene espectaculares fotografías, letras parejas alineadas, que no alcanza a comprender, a las que no les encuentra ningún sentido, por más que lo intenta.
¿Dónde está mi madre? Intento comprender cada día esta locura sin razón y no puedo conseguirlo, finjo que todo es como antes, no es verdad, sufro y me desespero hasta la saciedad, a pesar de que nunca volverá de su silencio y oscuridad. Esta vida de locura dentro de esta demencia que nos está matando… Mi madre está aterrorizada y desesperada, ella no sabe quién soy yo; ya nunca lo sabrá.
CERTAMEN DE POESÍA Y REDACCIÓN "Salvador Varo"
1º premio de redacción. Maruja Jiménez Galeote
1º premio de redacción. Maruja Jiménez Galeote
Hola amiga: que bueno tu relato, lleno de mucha verdad, que es lo que estás pasando a mucha gente, que no saben ni como se llaman.
ResponderEliminarQué triste es ver cómo un ser querido ni si quiera te conoce!
UN BESO FUERTEEEEE.
Hola Maruja: Te felicito por tu premio, un relato muy real, es una pena que a las personas le pase y sufran ellos y los que están en su entorno.
ResponderEliminarSaludos.
Me ha encantado tú relato.Toda una verdad de esta terrible enfermedad.
ResponderEliminarSaludos.
Gloria.
Hola Maruja: muy intenso el relato, describes la dureza de esta terrible enfermadad con mucha delicadeza.
ResponderEliminarYo por desgracia la he conocido, un ser muy cercano y querido por mi la padeció,se sufre mucho al verlos deteriorarse sin poder hacer nada.
UN BESO NIEVES.
Enhorabuena, Maruja, por ese premio merecido a un relato tan sensibile.
ResponderEliminarQué desconcierto produce una enfermedad tan terrible como el Alzheimer.
No dejes de escribir.
Un abrazo.
Hola Maruja:paso para darte las gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn abrazo.