No me digas que me quite esta vieja medalla, la que mi madre guardó durante años; viéndola, la recuerdo a ella, lo que una noche fría de invierno me dijo entre jadeos rotos.
—Ya me voy de este mundo inhóspito e ingrato, las piernas ya no resisten, mis cabellos están blancos, el corazón tengo roto, por muy hondos desengaños. Me voy, y sólo te dejo esta pobre y desgastada medalla, la que guardé con amor entre mis callados llantos.
No me digas que me quite, la medalla de mi madre.
MARUJA, preciosa la medalla y más con esa procedencia.Un gran abrazo.ANTOÑITA.
ResponderEliminarHOLA MARUJA, YE HE QUITADO LOS COMENTARIOS REPETIDOS QUE TENÍAS, TU NO LOS PODIAS ELIMINAR, GRACIAS. TU HISTORIA DE LA MEDALLA ES MUY BONITA, BESOS.
ResponderEliminar