
El fuerte e implacable sol de verano vierte sus rayos sobre mi cuerpo
semidesnudo al pasear por la inhóspita playas, descubro cómo el “astro rey” se apodera de mí y me atrapa sin piedad…
Percibo el crujir de la arena ardiente bajo mis pies descalzos, fuego
abrasador que emana de las profundas entrañas de la tierra y quema
mis plantas desnudas, agrietadas y doloridas.
En tanto, una leve brisa levanta la fina y dorada arena creando el ir y venir sin tregua de ondas leves que acarician la orilla de seda.
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