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viernes, 29 de enero de 2021
HAYKUS
Ya sopla el viento,
Deshojando los árboles
De la ribera.
IX
Tras negras nubes
Se refugia asustado
el astro sol.
X
Sale la Luna
Ilumina las calles
De noche fría.
XI
La calle sola,
El viento ruge fuerte
En tarde fría.
XII
Somos iguales,
Distinto color de piel,
Todos hermanos.
XIII
Pelo dorado,
Preciosos ojos verdes,
Largas pestañas.
XIV
Tarde templada
Bella la mar en calma
Y dos gaviotas.
(Maruja Jiménez Galeote, enero 2021)

HAIKUS
I
Color granate.
Las mejillas rosadas.
Tus labios rojos.
II
Querida madre.
Incondicional amor:
Ámala siempre.
III
El Sol se oculta
Con sus rayos dorados
Tras las montañas.
IV
Parir un hijo:
Partir la vida en dos,
Un gran milagro.
V
Inviernotriste
Con árboles desnudos
Y hojas caídas.
VI
Verde la vega.
Ya no vienen arrieros.
Pobre de caña.

SOLO TENGO MI SONRISA
Solo tengo mi sonrisa,
esa que yo te regalo
como aroma de una flor
que yo aspiro cada vez
en el jardín del amor.
Solo tengo mi sonrisa,
y tan solo una maleta
donde guardar mis pesares;
en ella guardo mis lágrimas
y letras de mis canciones.
Solo tengo mi sonrisa,
y también besos de amor
y besos de despedidas.
En el viento, mi dolor
en atardeceres fríos
Solo tengo mi sonrisa,
que Ilumina con su luz
la vereda de mi vida,
con rosas y con espinas.
Solo tengo mi sonrisa,
no quiero llorar por ti;
si tu luz desaparece,
quiero sentirme segura
en los brazos de la noche.
(Maruja Jiménez Galeote, enero

lunes, 25 de enero de 2021
CUENTO FANTÁSTICO
Solo era una niña de siete años a la que le tocó vivir esos años de una manera extraña. Nunca había visto la cara de ninguna persona sin mascarilla, para ella era algo habitual ya que incluso cuando nació su madre la tenía puesta. Veía sin ser cierto a todas las personas con mascarilla. Unos días antes de Noche Buena se encontraba sentada en un banco del parque, un señor con una bata blanca y con un libro en la mano se acercó a ella y se sentó a su lado, sin pronunciar una palabra abrió el libro y comenzó a leer. Él intentaba con la lectura de ese libro de psiquiatría ayudarla pero no disponía de mucho tiempo, tenía que visitar a un sinfín de pacientes en su consulta. No dejó ni un solo día de acudir a la cita y con aquellas lecturas continuadas consiguió que la niña en poco tiempo, volviese a la realidad.
Ya nadie usaba mascarilla ni existían restricciones entre los pueblos.
Este año podrían visitar a su familia, hacía años que no habían ido al pueblo. Sí, estas Navidades podrían visitar a sus abuelos y primos que vivían lejos de la ciudad.
La noche anterior a la Noche Buena, en el silencio de la noche, escuchó a su madre decirle a su padre: “Estoy harta de cocinar y tendré que llevar la cena de Navidad al pueblo, tus hermanas y tu madre no llevarán nada de nada, solo la boca para comer, y esos sobrinos tuyos son como buitres hambrientos.
Al día siguiente, apenada, le dijo a su madre: “No te preocupes por la cena mamá, yo solo quiero ir con uno vestido largo a visitar el Belén que han puesto en la iglesia del pueblo”. “Tú no estás bien hija, la gente se burlará de ti”
La madre acabó llevándola a la terraza y la dejó pasear libre con su vestido largo de tul, decorado de estrellas plateadas. Un ángel del cielo bajo hasta la terraza y la rescató de aquella pesadilla.

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