Ya
era tarde para volver atrás. Ahora ella estaba allí como cada tarde rodeada de
todas aquellas ancianas, en aquella tétrica residencia, sentada en aquel
extraño salón en penumbras; iluminado por un débil rayo de luz que se colaba
por la estrecha ventana que daba al patio, intentando recomponer en su memoria
los hechos que le sucedieron para encontrarse allí en aquel lugar perdido en
medio de la nada, dónde nadie iba a visitarla.
Les tenía pánico a esos deshumanizados enfermeros que le inyectaban cada seis horas y la forzaban a comer esa papilla amarillenta y pastosa que sabía a medicamentos y que tanto le asqueaba. No podía aguantar por más tiempo en ese horrible lugar.
Les tenía pánico a esos deshumanizados enfermeros que le inyectaban cada seis horas y la forzaban a comer esa papilla amarillenta y pastosa que sabía a medicamentos y que tanto le asqueaba. No podía aguantar por más tiempo en ese horrible lugar.
No
sabía ni cómo ni cuándo, pero alguna tarde de algún domingo se quedaría sola en
el patio, cogería el autobús y se marcharía a su casa. Esperó y
esperó…pero ese ansiado día jamás llegó.
Creado
por: Maruja. J. Galeote.
Para pensar un poquito en esta imagen.
ResponderEliminarUn abrazo.