Te miro a hurtadillas: queriendo no encontrar ningún sentimiento de angustia o malestar en tu interior. Mirándote quisiera entrar dentro de ti y adivinar como te encuentras si estas triste o abatida.
— ¿Que te preocupa, mi niña? — quisiera saber y no me atrevo a preguntar... podría no gustarme la respuesta y partirme el corazón en pedazos.
Te miro cuando caminas hacia el trabajo, al gimnasio y cuando estas ayudando a hacer los deberes a tus hijas con infinita paciencia; esos dos seres que Dios puso en tu vida para llenarla de gran amor.
—¡Cuánto te quiero mí niña! —No concibo la vida sin que estés a mi lado y poder verte cada día.
— ¿Que te preocupa, mi niña? — quisiera saber y no me atrevo a preguntar... podría no gustarme la respuesta y partirme el corazón en pedazos.
Te miro cuando caminas hacia el trabajo, al gimnasio y cuando estas ayudando a hacer los deberes a tus hijas con infinita paciencia; esos dos seres que Dios puso en tu vida para llenarla de gran amor.
—¡Cuánto te quiero mí niña! —No concibo la vida sin que estés a mi lado y poder verte cada día.
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