Por
primera vez sentí miedo al entrar en
casa, el salón se encuentra en penumbras iluminado por la tenue luz que se
filtraba a través de las rendijas de la ventana. Me incliné con suma dificultad
para llegar al suelo y recoger una fotografía que se hallaba pisoteada y muy
sucia en medio del salón ¿Quién la había dejado allí? Es una mujer joven y muy
hermosa de ojos grandes y cabello largo y sedoso aunque sus rasgos no son muy inteligibles
debido al deterioro de la cartulina. La sostengo entre las mano intentando
recordar. Miro a mi alrededor: son los mismos muebles, los mismos cuadros
colgados en las paredes, mi angustia crece al contemplarlos, los veo pero no
los reconozco, los siento ajenos y distantes, incluso más sucios e indecorosos
que nunca y me pregunto aterrada… ¿dónde estoy? Camino por el pasillo y
llego hasta el dormitorio, estaba igual que siempre, pero no
era el mismo, la mesita de noche con viejos libros apilados, las pequeñas gafas
sobre ellos. Me senté en el borde de la cama, me puse las gafas y di la vuelta
a la fotografía que aún sostenía en las manos y leí la dedicatoria.
“Para
que nunca se te olvide”.
Un
miedo aterrador me invadió. ¿Quién era la chica de la foto?, ¿Quién escribió
esta dedicatoria? Los primeros síntomas habían comenzado…