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martes, 31 de agosto de 2010

AMIGO “BAMBINO”



Miguel Vargas Jiménez “Bambino”, también conocido como “Chamona” en aquella época. Fue el máximo exponente de la canción flamenca por rumbas, además de ser un gitano universal que paseó por todo mundo el nombre de Utrera.
Yo aprendí a coser al lado de su casa, en la calle Larga detrás del “mercado de abastos”.
Después de cinco décadas aun recuerdo con cariño su peculiar forma de hablar, sus ocurrentes y divertidos chites, que tato nos hacían reír a las niñas del taller.
Me siento orgullosa de haber sido unas de sus amigas de juventud. ¡Descasa en paz! amigo Miguel.

jueves, 26 de agosto de 2010

UN VIAJE CON MALA PATA



Había pasado el invierno pensando y preparando mi estancia en ese magnífico balneario, y por fin llegó el gran día, fue en el mes de agosto. Al llegar me pareció un lugar encantado, un pequeño pueblo, con grandes patios y cubiertos por enormes árboles que cubrían con su sombra, sillones de mimbre con altos respaldos, y a uno y otro del paseo, cómodos bancos de madera pintados de verde, el suelo, de ladrillos rojos brillante le daban un toque señorial.
Ya en la habitación, coloqué las cosas y bajé al comedor ¡Era enorme! muy lujoso, los camareros llevaban uniforme, eran sumamente atentos y educados.
Por la tarde, después de haber descansado de tan largo viaje empezó a caer la tarde, me puse mis mejores galas y decidí conocer tan bello lugar. Me senté en uno los bancos del paseo para contemplar la belleza que se hallaba a mí alrededor, fuentes naturales de aguas cristalinas. Me encontraba sumergida en la contemplación de tanta belleza, cuando, de pronto, un fuerte picotazo en la pierna izquierda me hizo volver a la realidad. Miré para ver quien había sido el intruso, un pequeño y maligno insecto aferraba con ahinco su aguijón a mi pierna.
Al día siguiente, tenía la pierna hinchada “como la pata de un enorme jamón”
El médico del balneario, al ver mi pierna, dijo:
—Unos días sin hacer el tratamiento, nada de baños—. No me lo podía creer, con la ilusión que había puestos en aquel tratamiento que decían que era tan bueno para la artrosis!
Pasados cuatro días, ya las picaduras estaban mejor y pensé: seguro que mañana ya puedo empezar los baños. A la mañana siguiente, salgo al pasillo y me resbalo. ¡¡¡¡¡MALDICIÓN¡¡¡¡¡ caigo al suelo y me disloco la misma pierna.
Han pasado quince días desde que volví del viaje, y aun me duele y permanece vendada.
Nunca mejor el dicho, Un viaje con mala pata.