Él es consciente al salir cada mañana
tras las montañas de que su aspecto es visible, sabe que nadie lo puede
aprehender pero si manipular, las nubes y los altos edificios de la ciudad
pueden ocultan su luz. Más no pueden impedir que vuelvan a emerger sus rayos si
es posible con más intensidad. Sabe de su poderosa fuerza puede iluminar y dar
calor si se lo propone. Sus rayos son los mensajeros de la fotosíntesis para
dar verdor a las plantas y hacerlas crecer, puede mover con sus rayos a los
girasoles que pastan en el campo, a su antojo. Sus rayos pueden posarse sobre
las tranquilas aguas del mar señalando miles de estrellas sobre la superficie.
Sabe muy bien de su gran brillo y podes durante el día, pero también es
consciente de su retirada al caer la tarde tras el horizonte. Los rayos de luz
mueren lentamente vomitando sus colores violetas y anaranjados, engullidos por
las sombras para dejar paso a la negra noche.
3 comentarios:
El sol como centro para dar forma a este pequeño relato.
Un abrazo.
Qué bonito Maruja, es un precioso homenaje al sol. Muy bien escrito amiga. Un abrazo y buen Domingo. @Pepe_Lasala
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