Cada día solía pasar por esa
esquina, siempre lo veía contando unas pocas monedas que algún transeúnte le
había dejado en aquella mugrienta lata corroída. Él sólo quería consegir lo
suficiente, poder comprar un bocadillo para poder mantenerse en pie, su
pequeño y débil cuerpo temblaba como una hoja zarandeada por el fuerte viento
de la mañana. El pequeño intentaba sin conseguirlo calentar sus manos con el
vaho que salía de su boca.
Todos pasaban sin ni siquiera
mirar, sólo yo podía percibir su angustia y desesperación: las madres pasaban
envueltas en calientes abrigos de lana cogidas de la mano de sus hijos, los
ejecutivos intentaban eludir e ignorar la denigrante y maltrecha figura que con
ojos tristes y sangrantes, y manos temblorosas contaba una y otra vez su
exiguo tesoro.
Me acerqué a él, me quité los
lapidados guantes con suma dificultad y saqué del bolsillo de la pelliza unas
cuantas monedas, las pocas que había podido conseguir en la entrada del metro
después de pasar allí postrado toda la noche.
¿Cuánto te falta para poder
comprarte el bocadillo?—“Sólo diez céntimos” ¿Tú me los puedes dar? “Hace dos
días que no he comido nada, y apenas me puedo sostener". "Toma para que te compres el bocadillo y un vaso de leche caliente”. ¡¡¡Yo ya comí
ayer!!!
Creado por: Maruja. J. Galeote.
Bonito gesto en una tierna escena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Impresionante Maruja, un escrito que es una gran lección. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho; una historia así sólo puede crearla una mujer generosa como tú.
ResponderEliminarUn abrazo y mil gracias por tu huella en mi blog.
Historia que inquieta el corazón. No muy lejana a realidades. Los que menos tienen son siempre los que mas ayudan.
ResponderEliminarUn abrazo ;)
Que final tan impresionante, es un texto hermoso.
ResponderEliminarA veces quien menos tiene para ayudar es quien más ayuda.
Si en algún momento la melancolía
llama a nuestra ventana recordemos:
que siempre habrá un pájaro que nos cante,
un niño que nos sonría y una mariposa
que nos brinde su belleza…
…y el paisaje cambiará de color.
¡¡Feliz mes del amor y la amistad!!
En "Mis caricias del alma" he dejado unos presentes,
si te apetece verlos por si alguno te pudiera encajar,
lo dejo en tus manos. Gracias!!
Un abrazo
con el rocío del afecto.
Atte.
María del Carmen
Conmueve.
ResponderEliminarEso si es darse plenamente no????
Ojala existieran seres tan dadivosos en cantidades importantes en este mundo tan necesitado de humildad y solidaridad.
Cariños
Me ha impresionado el final, no me lo esperaba...a veces los que menos tienen son los que más dan.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Si quieres la luna, no te escondas de la noche.
Si quieres una rosa no huyas de las espinas.
Si quieres amor, no te escondas de ti mismo…
Un abrazo lleno de energía positiva,
para celebrar a tu lado
con alborozo el fin de semana.
Atte.
María Del Carmen
Aquí vengo de nuevo Maruja, para saludarte y desearte buen fin de semana. Un abrazo.
ResponderEliminarTristemente hermoso el relato y hermosa la acción.
ResponderEliminarAbrazos
Conmovedor Maruja, las lagrimaas me brotan de los ojos...¡hay tanta necesidad!...Un abrazo grande.
ResponderEliminarDios te bendiga siempre.
Los días se me pasan sin darme cuenta, pero siempre me gusta repasar lo perdido, y esta historia es lo que siempre digo, da y ayuda más el que menos tiene, los que realmente podrían ayudar ni se preocupan, muy triste y cierto, pero así es, eso ocurre a diario.
ResponderEliminarUn abrazo
Ambar
ResponderEliminarVeo que cada vez tienes más seguidores y es que lo estás haciendo también: ¡CADA VEZ MEJOR!