Madrid a 16 de Septiembre de 1964
Querida mía:
No sé cómo voy a poder
disculparme. Me entristece el pensar en el daño y el sufrimiento que he podido
causarte por no haber contestado a tus cartas durante tanto tiempo, pero a
veces las cosas no siempre son lo que parecen y por ello te pido que intentes perdonarme.
Hace unas semanas al bajar del
camión me mareé, cuando nos dirigíamos al campo de tiro para hacer las
práctica, un baño de sudor frío empapó mi cuerpo, mareado y dando tumbos llegué
hasta la entrada del cuartel, donde sin aliento y desfallecido caí al suelo
inerte. Mis compañeros en un ataque de
histerismo llamaron a la
ambulancia que no tardó en llegar; muy
asustados me trasladaron al
hospital donde aún me encuentro bastante preocupado; ya que los médicos no
encuentran explicación al motivo de estos síntomas; sospecho que algo va mal,
después del intenso tratamiento no encuentro ninguna mejoría e intuyo que puede
tratarse de algo muy grave ya que no se deciden a comunicármelo.
Querida María. Las noches son
largas, oscuras y silenciosas, con un silencio sepulcral roto a veces por algún quejido de angustia y desespero de algunos de los que se
encuentran en esta desnuda y fría sala…
presente en todo momento el pestilente olor a éter que inunda está enorme
habitación. Intuyo que mi vida se
encuentra en grave peligro. No sé si
podré estar presente el día de nuestra boda.
¡¡¡Te amo!!! Carlos
¡Vaya carta...!
ResponderEliminar(Un buen relato)
Un abrazo.
Qué hermosas historias Maru, atrapantes cada una; me gustaron mucho.
ResponderEliminarMis cariños de siempre.
ResponderEliminarEl final te deja un sabor amargo. Por la historia y porque si te pones en el lugar de ellos...
Te felicito por el relato
Abrazos
Hola amiga, que carta más valiente y más triste a la vez, me he quedado un poco K.O, porque más de una vez se quedan cosas en el tintero sin explicar, y por eso hay malas interpretaciones, después si se puede aclarar la calma vuelve, y la vida mejora. Un estupendo relato. Un abrazo.
ResponderEliminarGenial! Me gusta. Un abrazo
ResponderEliminarQué terrible recibir una carta así, aunque no puedo dejar de ser mal pensada y por mi mente pasó la idea de que sea una excusa. No debe ser fácil plantar a una novia en el altar.
ResponderEliminarBuen relato, Maruja. El final me sorprendió.
Besos