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martes, 28 de mayo de 2013

LA RAÍZ DEL LAUREL

Erase una vez, junto a un arroyo de aguas cristalinas, un pequeño jardín. Los árboles que se hallaban en él eran altos y esbeltos, todos arropados por gran cantidad de hojas mecidas por la brisa. Unos gastaban sus energías en ser más altos y más grandes, otros se empeñaban en germinar muchas flores, pero quedaban débiles para echar fuertes raíces.

En cambio, el laurel se dijo: “Yo, mejor voy a invertir mi savia y mi voluntad en tener buenas y fuertes raíces” ¡Laurel, Laurel!… (Le gritaban) ¿Tú para qué quieres tantas raíces? Míranos a nosotros, todos nos alaban y nos piropean, tenemos pocas raíces y mucha belleza y elegancia. ¡Deja de pensar en lo demás!
Pero él deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes y hojas perfumadas.
Un buen día, se formó una gran tormenta, y los árboles más grandes fueron zarandeados y azotados sin piedad. Gritaron con todas sus fuerzas, pero por más que gritaron no consiguieron  evitar ser lapidados. En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas, hojas verdes y olorosas.
Fue así como todos los árboles comprendieron que no es la belleza externa lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles de la vida, es lo que está oculto en la raíz,  que brota directamente de nuestro corazón… 

2 comentarios:

  1. Bonito relato del "laurel", felicidades.
    Un abrazo

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  2. ...Los adentros. Los adentros son los que nos valen. Lástima que, en muchas ocasiones, nos cuente tanto comprenderlo.

    Besos y laureles

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