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jueves, 31 de marzo de 2011

EL ENCUENTRO CON ROSITA

 El mundo se había detenido para Consuelo, todo se hallaba ennegrecido en lo más profundo de su interior, un mar de tristeza y desolación inundaba su destrozado corazón  desde aquél fatídico día en que él su querido y amado Jose la abandono para siempre, tras una corta y cruel enfermedad.
Sus hijos estaban muy preocupados por como se encontraba su madre; a pesar del tiempo que había transcurrido, no salía de su mutismo. Ellos la animaban a salir y visitaban a diario sin que por ello cambiase su estado de ánimo, y decidiese  retornar a una vida que había desaparecido cuando él se marcho.
Una tarde gris de invierno se encontraba sentada en un viejo banco del parque con la mirada perdida en el horizonte, cuando un cartel blanco pegado al tronco de un árbol, le llamó la atención: “Perros abandonados”. Sacó papel y lápiz del bolso y apuntó la dirección de aquel lugar, en el que parecía haber seres tan frágiles y solos como ella.
A la mañana siguiente, Consuelo se levantó temprano para visitar el lugar, no sabía para qué, ni por qué, pero algo la incitaba a conocer a aquellos perros. No se encontraba muy lejos, así que no les dijo nada a sus hijos, se puso el chándal y sin pensarlo se dirigió hasta allí.
Una enorme cancela de hierro pintada de verde custodiaba el recinto. Al final del camino, se podía ver desde fuera que se encontraba una pequeña casita, que bien  podía ser la del encargado, alrededor de ella unas perreras donde posiblemente se encontraban encerrados los perros. Tocó el timbre y en unos segundos se abrió la enorme puerta por la que salió a su encuentro un señor bajito con poco pelo y con la cara curtida por el sol. 
— ¿Qué desea señora?— le preguntó el hombre con una amable sonrisa, que dejaba al descubierto una hilera de dientes nacarados.
— Quería saber si  podía ver a los perros — ¿Es posible?
— Pase por favor, se encuentran en las jaulas. Al verlos, recodé a los presos tras las rejas de la cárcel y un sentimiento de tristeza inundó ama. Detrás de una de las rejas se hallaba una perrilla flaca y enfermiza que le lleno el corazón de angustia y malestar al clavar en Consuelo  sus grandes y entristecidos ojos.
— ¿Cómo se llama? — No tiene nombre aún, la encontraron deambulando por la carretera con una pata rota y en muy mal estado.
 Se acercó a ella y con suma ternura acarició su triste carita y su escueto lomo, a lo que ella le respondió con unos débiles  ladridos, agitando su pequeño rabito.
— ¿Me la puedo llevar?— no lo pesé: solo sabía que ella me necesitaba y yo a ella más.
El hombre le explicó que tenía que hacer unos trámites, que cuando todo estuviese en  regla me llamaría para que fuese a recogerla.
Cuando se lo dijo a sus hijos, se quedaron atónitos no se lo podían creer, de que hubiese tomado semejante decisión. A ella nuca le han gustado mucho los perros.
Desde aquél día todo ha cambiado para Consuelo, “Rosita“qué así se llama la perrita, ha conseguido que cambie su forma de vida para siempre.  Todos los días sale a pasear con ella, ha tenido la oportunidad de  conocer a otras personas que al igual que Cosuelo una vez tomaron la decisión de adoptar a una perrita, para no volver nunca más a sentirse dentro de ese pozo oscuro lleno de tristeza y soledad.

Otra veeción de Rosita. Por Maruja.

domingo, 27 de marzo de 2011

UN DÍA MUY ESPECIAL




Esta es Maruja, una sevillana afincada en Motril, abuela de Manuel, nuestro exalumno. Ella ha querido visitar nuestra clase y conocer a estos nuevos niños y niñas. Ya nos acompañó el curso pasado para contarnos muchas cosas. Hoy hemos tenido la suerte de tenerla con nosotros otra vez.
Con ella hemos recordado el cuento de Elvira Lindo "Olivia no quiere ir al colegio"....porque ella, Maruja es como la abuela Olivia, la protagonista de este libro, para la que, el saber, el aprendizaje y la educación no tienen edad..Ella es todo un ejemplo de coraje, superación e ilusión por aprender.
Maruja es todo un ejemplo para estos niños. Ellos le han preguntado algunas cosas....el nombre de sus compañeros, el de sus profes, si tiene tambien recreo....
También Maruja es una gran lectora y aficcionada a la escritura, por ello nos ha querido leer un cuento, sobre las vocales...
Maruja gracias por visitarnos otra vez y enseñarnos con tu ejemplo, tantas cosas...Un gran abrazo de estos 25 niños y niñas y de su maestro.
AH!!....MARUJA TAMBIEN TIENE UN BLOG.....FELICIDADES A ESTA ABUELA BLOGUERA.
Lo podéis visitar pulsando en el siguiente enlace

domingo, 20 de marzo de 2011

SUS MANOS MÁRMOL TALLADO

                                                            Sus manos mármol tallado.
Las que limpiaron lágrimas y acariciaron mi frágil cuerpo para poder sentirme querido en la oscuridad de la noche.
 Las que me enseñaron a atar los cordones de los zapatos y cada noche juntar cada una de las manitas para aprender a rezar.
 Las que aletargaron mis sentidos viendo pasar las negras nubes del tenebroso invierno.
Las que cogieron rosas para poder aspirar su aroma y descubrir la primavera desde la ventana y así contemplar el color del amanecer en el campo.
 Cogieron con ellas mariposas para poder vislumbrar las mañanas, brindar con júbilo  destellos de luz y color.
Las que con fino papel entre sus dedos improvisaba pajaritas de colores para mitigar mi llanto y convertir las lágrimas en torrentes de sonrisas.
Antes mármol tallado ¡¡¡ frío cristal!! Sobre el pecho…

jueves, 17 de marzo de 2011

CONSUELO Y ROSITA

  
          
Había una vez una señora muy triste, una cruel enfermedad se llevó a su marido, el fiel compañero de su vida y al que  ella quería muchísimo; se quedó sin nada que la motivara a seguir viviendo. Recientemente se habían cambiado de ciudad para estar cerca de sus hijos; por lo tanto, no tenía amigos cerca que le hicieran compañía.

Un día, sus hijos pensaron traerle un perrito para obligarla a salir de su casa. Ella aceptó y trajeron a Rosita, una preciosa perrita de diez meses, rubia y con el pelo suave como el algodón. El cariño fue rápido y mutuo.

La señora tuvo que dejar de llorar todo el día porque Rosita se ponía triste y no comía Ella tenía que salir tres veces al día a pasear a Rosita y esto empezó a gustarle. Además de tener una compañera fiel y cariñosa que la colmaba de besos todo el día, en la calle hizo amistad con los dueños y dueñas de otros perros, personas muy buenas con las que se relaciona todos los días,  aunque su marido jamás se le olvidar. La pena se fue mitigando, volvió a tener ganas de vivir.

¡Tenía alguien a quien cuidar y querer!
Para colmo, su querida amiga Maruja la animó a comprarse un ordenador y así lo hizo, y muy pronto aprendió a usarlo; o sea, que entre el ordenador y Rosita tiene el día completo. Ahora cuando vienen sus hijos, se alegran de verla animosa y ocupada.
 
Su recomendación para las personas que estén tristes por una causa u otra es que como terapia pongan una perrita en su vida.     
                                                                                CONSUELO GARCÍA.