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martes, 15 de junio de 2010

LOS FINES DE SEMANA


Los fines de semana son largos, monótonos y aburridos desde hace algún tiempo para mí. Nunca me pasa nada extraordinario que haga cambiar mi malogrado estado de ánimo.

Agotada y muy cansada me he sentado en el suelo del comedor y he poyado la espalda en la pared para descansar un rato; observo desde donde me encuentro un poco aletargada, cómo el tibio sol entra por las rendijas de la desgajada ventana, dirigiendo fugazmente sus dorados y anaranjados rayos, hacia las rojas flores de la maceta que descansa con insolencia reprimida, sobre el alféizar de la ventana, irradiando sus colores brillantes a través de los trasparentes cristales.

Una atolondrada paloma de color gris plomizo se ha posado sobre el alféizar de la ventana, mira desconfiada a uno y otro lado, presurosa posa con sumo cuidado sus finas patas sobre el borde de la maceta: ¡la muy picarona! Que con la ayuda de su afilado y fino pico intenta remover la tierra del geranio que impasible aguanta las embestidas del animal que se afana con tesón por encontrar algo dentro de la oscura tierra.

Busca algo, algo oculto y perdido que no consigue encontrar por más que lo intenta como también yo busco mi alma endurecida y marchita se empeña día a día en encontrar la inocencia perdida de la infancia.

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