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sábado, 29 de mayo de 2010

EL TREN


La primera vez que vi el tren me causó una tremenda impresión. Nunca podré olvidar aquella mañana gris del mes de Enero.

Observé cómo el viento helado movía los papeles del suelo del andén, podía oír el cimbrear de la techumbre de uralita que cubría el demolido tejado.

Dando un fuerte tirón, me solté de la cálida mano de mi madre y me acerqué al borde del andén para poder ver las líneas paralelas, donde esperé expectante la aparición de la descomunal locomotora. Veloz como una fuerte ráfaga de viento, hizo acto de presencia, expulsando bocanadas de humo negro, dirigidas hacia los árboles cercanos que se alineaban a un lado y otro de la vía.

Entre jadeos insistentes se dejaba oír el silbato de la gran maquina anunciando su próxima llegada a la estación. Los frenos chirriaron, saltando miles de chispas luminosas de entre las ruedas haciendo un ruido infernal: se paró en seco.

Las pesadas puertas de madera se abrieron hacia el andén y los pasajeros se dispusieron a bajar uno tras otro, portando sus enormes maletas de cartón piedra.


jueves, 27 de mayo de 2010

HOMENAJE A LAVIDA

SALVADOR VARO --- 3º PREMIO DE REDACCIÓN 2010.

Esta mañana me han despertado los anaranjados rayos de sol entrando por las rendijas de la desgajada ventana, el canto de los pájaros y un fragante olor a romero y azahar.

Al salir al jardín, una vez más he podido vivir una hermosa experiencia: me encontré en medio de un paraíso grandioso rodeada de multitud de cosas bellas: pinos, palmeras, laurel, y un almendro en flor. —¡¡Qué maravilla!! — No hay hermosura igual que se le pueda comparar.

Me recreo y disfruto con cada una de las cosas que me rodean: la belleza indescriptible de la vida. La paz que me proporciona la naturaleza me ayuda a vivir intensamente. Como el poder contemplar un amanecer o una maravillosa puesta de sol.

La mente: brinda a los humanos el poder de comunicarnos los unos con los otros, para conseguir aprender, amar, respetar y valorar la naturaleza. Ella nos permite, ver, oír, oler, tocar… apreciar que tenemos un mundo ideal, al que entre todos tenemos que ayudar a cuidar y a respetar.

La lluvia: Sin ella no podríamos existir, nos riega los campos para que podamos sembrar, cultivar y cosechar los alimentos que necesitamos para nuestra supervivencia, purifica el ambiente, y nos libra de algunas enfermedades. ¡Qué gran milagro!

El mar: que se puede decir de él, de su fuerza y bravura, de su pausada calma.
¡Es tan sencillo! Sentarse a la orilla del mar y contemplar como la suave brisa mueve las olas acariciando la sedosa orilla, dibujando caprichosas ondas sobre la dorada arena, en la lejanía, sobre el mar, el sol posa destellos luminosos sin igual, que fascinan y embrujan al mirar.

Yo pienso: que la vida es muy corta, el reloj del tiempo no perdona, que se escapa sin piedad… atesora cada momento que vivas en contacto con la naturaleza, ámala y cuídala como a ti misma.
 Creado por: María Jiménez Galeote.

sábado, 1 de mayo de 2010

AMOR A LA VIDA


Un retoño: llevo dentro de mí un nuevo ser que cambia toda mi vida, noto como mi cintura se ensancha, cómo aumentan mis pequeños pechos y mis carnes se desgarran…todo en mi cuerpo cambia y se transforma, siento que duele, empuja y a la vez me alegra, todo al mismo tiempo y cuando mis pechos lo amamantan es algo maravilloso: es dolor, ternura y amor.
La vida se parte en dos. ¡Ay dolor! Un dolor que no duele, un dolor que sólo es amor