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lunes, 2 de junio de 2008

"PASEO POR VENECIA"



Salimos temprano para embarcar y cruzar el canal hasta la plaza de San Marcos: yo, atónita y expectante miraba desde lo más alto del trasbordador, cómo los gigantescos edificios y palacios con un colorido espectacular parecían nadar sobre las tranquilas aguas del canal, los grandes puentes uno tras otro techaban las aguas, donde los barcos de gran lujo navegaban a nuestro lado, unos pegados a otros. ¡Casi los podía tocar con la mano! Una sensación de libertad que inundaba mi alma y todos mis sentidos al percibir la brisa fresca en mi piel, esa libertad en la que tantas veces pensamos, que tanto necesitamos y que carecemos sin apenas darnos cuenta.
Ver la plaza San Marcos y el Palacio Ducal, la grandiosa basílica, fue impactante para mí: miles de palomas revoloteando y levantando el vuelo enloquecidas a mi paso por el centro de la plaza.
Me llamó la atención unos novios vestidos de un blanco inmaculado haciéndose fotos sin parar alrededor de las palomas. Un señor de origen hindú se acercó hasta mí y colocó un poco de comida para palomas sobre mi cabeza, por unos instantes mi cuerpo quedó cubierto por miles de ellas que revoloteaban enardecidas, si dejarme dar un solo paso.
Nos montamos para dar un paseo en una típica góndola, conducidas por un apuesto gondolero que portaba un gracioso sombrero de paja sobre su cabeza y un vistoso yérsey a rayas rojas y azules. Pasando por el puente de los Descalzos hasta Rialo, todas cantando alegres y felices el himno a nuestra patrona en tanto nos deslizábamos por las estrechas calles cubiertas de agua… al pasar por debajo del Puente de los Suspiros, un anciano me tiró una bonita flor carmesí desde lo alto del puente, la cogí entre mis manos y aspiré su perfume con suma complacencia. Nunca podré olvidar tan espectacular viaje.